Con la debida autorización de los editores, el forero MZC de TRANVIA PORTAL transcribo el pasado 28 de Junio el editorial que publica la revista CARRIL en su número 73,que reproduzco a continuación :
CORREDOR MEDITERRÁNEO: ASÍ, MEJOR NO.
El pasado 18 del mes de diciembre el Gobierno de España dio a conocer su voluntad de realizar las obras del llamado Corredor Mediterráneo, de forma inminente. Tan inminente que, al publicar estas líneas, las primeras obras deben haber sido ya adjudicadas. Para el Corredor, el Gobierno destinará en los próximos años un total de 3.000 millones de euros, de los que más de 1.700 estaban ya comprometidos en esa fecha.
La solución que debe permitir la circulación de trenes de ancho internacional por el corredor se basa en la instalación casi generalizada (ver más adelante) del denominado "tercer carril". Se trata de extender entre Barcelona y Murcia la solución ya utilizada entre el Puerto de Barcelona y Mollet y en las variantes provisionales de Girona y Figueres, mediante la sustitución de las traviesas actuales por otras que permiten la ubicación de tres carriles y dos anchos: el ibérico y el internacional. Y, por tanto, la circulación de trenes de ambos anchos por la misma vía.
La implantación de esta solución tiene todas las ventajas de aprovechar trazas existentes, sin embargo implica una mucho mayor complejidad en las instalaciones de seguridad y en la superestructura ferroviaria, sobre todo en las zonas de los cambios de vía. Adicionalmente, exige maquinaria especial para su mantenimiento, mantenimiento sobre el que no hay ni estudios ni gran experiencia a largo plazo. Pero se trata, en cualquier caso, de una solución imaginativa y pragmática que es viable sin afectar prácticamente a terceros y además resulta implementable a muy corto plazo. A nivel de costes, a partir de los datos suministrados por el Ministerio de Fomento, resulta aproximadamente de unos 2,5 millones por kilómetro y vía simple. No es poco dinero, pero es entre una tercera y una cuarta parte de lo que cuesta un kilómetro de vía equivalente de AVE...
Sin embargo el proyecto del Ministerio esconde una trampa, que por su importancia y graves consecuencias, pone en cuestión a toda la actuación en el Corredor. Contempla dos tramos (entre Tarragona y Castellón, 177 km., y entre Novelda y Murcia, 80 km.) donde se pretende, simplemente, instalar ancho internacional exclusivamente. Es decir, reutilizar las actuales traviesas polivalentes y modificar el ancho entre cariles, pero no instalar el tercer carril.
Esta decisión ha pasado desapercibida a todos los actores. Inexplicablemente nadie ha levantado la voz ante la babaridad que representa desmantelar la actual red ferroviaria española de ancho ibérico, cortando --para tráficos nacionales-- la relación Andalucía - Cataluña, Levante - Cataluña y Levante - Aragón, y obligando a los trenes de mercancías de ancho ibérico que actualmente circulan por estos tramos a realizar rodeos enormes o a circular por otras líneas que, por ser antieconómicas, implican condenar a todos estos tráficos a su desaparición y re-transferencia a la carretera.
Los que han pensado en la solución propuesta es seguro que tienen sus argumentos. El primero, que el coste de un tramo de un ancho sólo es menor que el de un tramo de ancho mixto. Efectivamente, el documento del Ministerio cifra ese coste en poco más de un millón por kilómetro. El segundo, que una vez el corredor en ancho internacional (desde Murcia a Barcelona), todos los trenes internos al corredor podrán ser de ancho internacional exclusivamente.
Frente a estas dos razones, se nos ocurren varias reflexiones de fondo.
La primera, que el tráfico interno de la península ibérica, que ya existe (y que a pesar de Renfe y gracias a las nuevas empresas ferroviarias, se está recuperando), no puede ni debe sacrificarse frente a un potencial tráfico internacional que está por venir. En los últimos años se han desarrollado relaciones Levante - Aragón por Tarragona, Barcelona - Sevilla por Valencia y Murcia y Valencia a Cataluña que han representado un hito sobre la capacidad del ferrocarril de derivar y captar tráficos de la carretera. La solución propuesta, como ya hemos dicho, condena a todos estos tráficos a su desaparición, puesto que el mercado no puede absorber los sobrecostes operativos de los desvíos y/o cambios de ancho ni los operadores (mayormente privados) no pueden asumir las nuevas inversiones después de un cambio de estatus que va a poner en cuestión las ya realizadas.
La segunda, que estamos ante una inversión de 3.000 millones para las próximas generaciones y estamos discutiendo un coste adicional de, en una primera estimación, de alrededor de un diez por ciento del total previsto. Claro que es dinero, pero el potencial de crecimiento del tráfico ibérico de mercancías es enorme (actualmente está en el entorno del 3 %*) y cercenar el Corredor Mediterráneo va a representar un duro obstáculo para progresar en la senda ya iniciada de crecimiento.
La tercera, que el cambio de ancho del corredor no se puede hacer de golpe, ni en un fin de semana. Se hará por tramos y la implantación del ancho internacional (o la incompresible supresión del ancho ibérico en los dos tramos señalados) será progresiva y durará al menos un decenio. Por tanto, el argumento de que los tráficos internos al Corredor se podrán hacer en ancho internacional sólo es válido al final de la construcción del conjunto. Y eso, admitiendo que los apartaderos particulares y estaciones de clasificación estén adaptadas. Y aún así, con la condición de que las empresas ferroviarias (que han invertido hasta ahora en vehículos de ancho ibérico que van a resultar excedentes...) vuelvan a invertir en locomotoras y vagones de ancho internacional. Resulta difícil imaginar a grupos inversores apostando por el nuevo ferrocarril cuando decisiones de este estilo dinamitan inversiones anteriores, planes de negocio y rentabilidades ya de por sí imposibles de conseguir.
La cuarta, que esta decisión es claramente discriminatoria. Discrimina a las empresas ferroviarias españolas que no disponen de vehículos de ancho internacional y protege a las empresas ferroviarias extranjeras que podrían entrar en España y, al final, llegar a Murcia, simplemente utilizando su material rodante existente, ya del nuevo ancho europeo y del que disponen de grandes cantidades por la caída generalizada del tráfico provocada por la crisis. Y discriminatoria para los puertos y las industrias del nordeste de España que dejarán de tener al ferrocarril de mercancías como un sistema de transporte utilizable para sus tráficos con Levante y Andalucía, con la correspondiente pérdida de competitividad.
Resulta sorprendente que la decisión de eliminar el ancho ibérico en más de 250 kilómetros de la región más dinámica de la península no haya sido contestada. Razones, además de estas cuatro, hay otras muchas. Si este modesto texto sirviera para despertar la consciencia sobre el problema, desde CARRIL nos daríamos por más que satisfechos. Aunque el tiempo apremia y debe hacerse antes de que sea demasiado tarde.
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* Informe "Tomando la vía hacia un transporte de mercancías inteligente" elaborado por el Grupo de Transportes de PwC.
Lo mio no es un tranvía llamado deseo...yo deseo un tranvía.