Una pena que la especulación urbanística promovida a finales de los ochenta por la operación del Pasillo Verde, para mayor "forramiento" de los políticos de turno a base de recalificaciones, provocase que lo que podría haber sido un magno Museo del Ferrocarril, al estilo del Verkehrshaus de Lucerna (Suiza), se quedase en la auténtica birria que es hoy día: una marquesina con cuatro locomotoras como quien dice, todas dignas de preservarse pero en algunos casos poco representativas, y un muelle de mercancías con material podrido a más no poder y con la eterna promesa de estar "pendiente de restauración". Desde la masacre de 1996 llevan el Ganz, el "Chispas" o "Pingüino" y demás material esperando que alguien se deje de coros, grupos de teatro y demás zarandajas y gilipolleces varias, y le metan mano para devolverles el lustro con el que, en su inmensa mayoría, llegaron a Delicias. Menos mal que la anterior directiva del Museo aprobó la cesión a APPFI de la Atómica, la Mikado 2316 y uno de los ABJ, y al menos esas tres joyas sí tendrán asegurado el recuperar en el futuro la apariencia que nunca debieron perder. Sólo hay que ver el aspecto que tienen actualmente las dos vaporosas cedidas, demostración de que para tener el material con una buena imagen sólo hacen falta ganas e interés, además de importantes recursos económicos, claro.
Para el uso final que se ha dado a gran parte de terrenos anteriormente ocupados por la estación y sus instalaciones anejas, como la rotonda del depósito, los muelles, etc., con áreas bastante amplias que, tras la demolición de los edificios y el levante de las vías, se han quedado en descampados totalmente desangelados, bien podría haberse conservado al menos la playa de vías de la estación en toda su extensión (¿cuándo desaparecieron la rotonda y el depósito?), para poder tener espacio suficiente de cara a albergar tanto la totalidad del material que se llegó a acumular en su día en las vías de la estación como lo que "fuera cayendo" en años sucesivos. Pero no, había que construir pisos, pisos y más pisos (además de algunos parques de diseño estético de dudoso gusto), y para colmo con unos habitantes pijoteros a más no poder, que se quejan ahora de las "molestias" que les producen las escasas actividades del museo que implican la participación de material rodante, circulaciones de las temporadas del Tren de la Risa aparte.
Nadie pareció caer en la cuenta (o más bien se la trajo bien floja) que en el futuro se daría de baja, y por tanto sería conveniente preservar, parte del material que a finales de los 80 estaba en plena forma, como las 440, 269, 592/593, 333, coches de viajeros 9.000 y 10.000, etc. Es verdad que no se puede estar en todo, pero el Museo del Ferrocarril de Madrid, con limitadas excepciones, lleva muchos años que no está en nada, prácticamente se puede afirmar que se limita a ir a remolque de lo que las Asociaciones, verdaderas artífices de la preservación ferroviaria en España, se interesan por preservar y mantener. Estoy más que convencido de que si no hubiera sido por la AAFM la 440-096 hubiese vuelto a Valladolid tras la exposición de Príncipe Pío a finales de 2009, y que se habría desguazado junto al resto de sus hermanas en mayo de 2014. Lo mismo puede afirmarse de la recientemente preservada 440-078.