En los años 80s del pasado siglo se pusieron de moda los BALANCES SOCIALES de determinados servicios públicos deficitarios, por ejemplo de Renfe, que demostraban que más allá de los puros balances económicos había otras ventajas para la sociedad, que no quedaban reflejados en su contabilidad: menor contaminación, congestión, ruido, accidentabilidad, reequilibrio social o poblacional, evitar la despoblación, etc.
En el caso del ferrocarril, se trataba también de recordar que algunas actividades, como el transporte por carretera y avión, se crean unas “externalidades” o costes que no redundan en la contabilidad de las empresas responsables y que acaban “pagando” el resto de la población. Por ejemplo:
- La mayor contaminación, que repercute en la salud de las personas, y que además de poder generar muertes prematuras, provoca mayores gastos en sanidad que ha de sufragar el resto de la sociedad (¡y qué añadir del cambio climático que se nos viene encima!)
- Congestión de tráfico, con pérdida de tiempo (horas de trabajo o de desplazamientos en general), así como otros gastos que las administraciones públicas han de dedicar en invertir y mantener infraestructuras, semáforos, controles policiales…)
- Accidentalidad, que además de la tragedia humana que supone, provoca grandes gastos en recursos de sanidad, encarece los correspondientes seguros y gastos jurídicos, y que en la parte que no se compensen pueden requerir aportaciones sociales.
- Mejor utilización del espacio, ya que las líneas de ferrocarril con poca anchura (comparadas con las autopistas) permiten una gran capacidad de transporte y evitan congestión.
En esa misma época se consideraba que el ferrocarril estaba dejando de ser útil en determinados servicios, como regionales y líneas secundarias (fruto de esa consideración fueron los posteriores cierres masivos que se produjeron por ejemplo en toda España), y que en cambio cada vez más podría especializarse en donde sí tenía una gran fortaleza o competitividad frente a otros modos de transporte, especialmente la carretera y la aviación, en concreto:
-En MERCANCÍAS, grandes cargas a grandes distancias, tanto trenes puros como de contenedores (frente a la mayor capilaridad del transporte por carretera que puede llegar a todos los rincones, y la especialización de la aviación mercante en determinados productos de alto valor añadido y necesidad de muy alta velocidad de transporte). Un ejemplo: los grandes túneles y las “autopistas ferroviarias” de Suiza.
-En pasajeros, las CERCANÍAS (gran capacidad de transporte y con trenes eléctricos que podían circular por túneles urbanos), y la ALTA VELOCIDAD (tiempo competitivo de transporte en distancias medias, que la carretera no podría igualar, y en el avión en distancias cortas y medias se pierde mucho tiempo por la lejanía de los aeropuertos respecto los centros urbanos, tiempos de espera , embarque, etc. , además de la congestión del espacio aéreo por un uso excesivo y necesidad de más aeropuertos).
En otras zonas también se ha decidido apostar por los trenes regionales, para un mayor reequilibrio territorial y evitar despoblación (Alemania, Suiza…), intentando demostrar que el ferrocarril también sigue siendo útil en este aspecto.
Estos posicionamientos tuvieron su base teórica y política (incluidos sus estudios técnicos y consensos), discutibles o no, pero que sirvieron de base para la evolución posterior del ferrocarril, y para el inicio de grandes inversiones, muy especialmente en trenes de alta velocidad, con la financiación correspondiente, en que intervinieron también organismos internacionales (por ejemplo en nuestro caso la Unión Europea incluida) que movilizaron grandes recursos privados y públicos.
Después de ese planteamiento, con su base teórica y para mí nada caprichoso, según el cual uno de los puntos fuertes del ferrocarril sería la alta velocidad, ahora surgen voces reprochando esa gran elección que se hizo a partir de los años 80, y que fueron especialmente notables después del éxito de diversas líneas, como las japonesas (las primeras que demostraron su utilidad) y las francesas (París-Lyon).
Cierto que diversas líneas, estaciones y trazados de alta velocidad tienen poca justificación económica e incluso social, y tal vez se realizaron a pesar de estudios que demostraban una demanda insuficiente, o bien ésta se había sobrevalorado (o infravalorado los costes) en ocasiones fruto de dudosas elecciones políticas (el reequilibrio territorial también podría haberse conseguido con mejoras de líneas existentes), o incluso ha podido haber una prevalencia de intereses poco claros, pero considero que todos estos malos ejemplos no han de implicar una descalificación general de los sistemas ferroviarios de alta velocidad en el segmento de las distancias medias (o incluso los grandes recorridos si se hubiesen potenciado los trenes nocturnos) frente a otros modos de transporte, que actualmente serían básicamente la carretera y el avión.
Me pregunto si pueden existir intereses que ahora quieran hacer demostrar las ventajas de éstos últimos frente al ferrocarril, especialmente si olvidan esas externalidades o los beneficios sociales, y se centran casi exclusivamente en balances puramente económicos de tipo empresarial, en que los gastos de inversión, mantenimiento y operación (lógicamente muy grandes en el ferrocarril) sólo se comparan con los ingresos de explotación (básicamente la venta de billetes), aprovechando además todos los malos ejemplos de aplicación para hacer generalizaciones que al final tienden a cuestionar el sistema en sí y frenar su progreso o mejora. Porque incluso cuando se plantean problemas de reequilibrio territorial también puede ser que en el fondo lo que se pretende es entrar en el terreno de la confrontación política, pero al poner al ferrocarril de por medio también éste (como modo de transporte) sale perjudicado. Y no digamos de los resúmenes y noticias periodísticas de tales estudios, que incluso pueden ser más tendenciosos que los estudios completos en sí, los cuales a veces también dejan margen a aspectos o propuestas favorables que luego parecen obviarse.
Y no olvidemos que algunos operadores (por ejemplo de líneas aéreas) también se han beneficiado de subvenciones, reducciones de tasas aéreas u otras ventajas, por ejemplo a cargo de ciertas administraciones que querían atraer más turismo, o también que es está demorando la aplicación de cánones , euroviñetas, o similares que intenten compensar algunas de las externalidades de estos modos de transporte (contaminación, congestión, uso de infraestructuras públicas…)
Por otra parte es fácil compartir con algunos estudios, que no siempre se han aplicado políticas apropiadas de captación de usuarios: precios altos y con pocas ofertas permiten un alto ingreso por usuario (servicios elitistas, que también alejan el ferrocarril de grandes segmentos de la población), pero si al final hay pocos viajeros los ingresos pueden ser más bajos que con tarifas más baratas que permitan llenar los trenes. Algunos servicios low-cost (en Francia ya existen, al estilo de algunas líneas aéreas), más promociones, abonos, etc., pueden conseguir aumentar la recaudación con un mayor uso de estas grandes inversiones que han requerido de un enorme esfuerzo social, a la vez que repercuten nuevamente en la sociedad al hacer que más personas puedan beneficiarse de estos servicios y reducir así el uso de carreteras y aviones (con sus “externalidades”) , aunque con ello se puedan perjudicar los intereses de algunas compañías privadas.
El ferrocarril siempre tendrá una ventaja en cuanto a RENDIMIENTO ENERGÉTICO (que actualmente sólo puede superar la navegación por barco) y por tanto menor consumo, gracias al contacto rueda de acero-carril de acero, que implica un menor “par de rodadura” frente al contacto neumático-carretera (aunque los fabricantes también vienen haciendo esfuerzos para mejorar este último).También el hecho de poder formar trenes, efectos aerodinámicos (no es lo mismo la aerodinámica o la parte proporcional de la masa de los equipos de tracción de un solo tren que la de X camiones o autocares que pudiesen realizar el mismo transporte de mercancías o viajeros), y en conjunto un mejor rendimiento energético por viajero o tonelada transportados, incluso teniendo en cuenta que tradicionalmente el transporte ferroviario ha requerido mayor tara o masa de los equipos de transporte (bastidor, caja, motor) que en la carretera, algo sobre lo que también se está trabajando para mejorar. Y nada que ver por supuesto con el gran consumo energético de los aviones. El hecho que en Estados Unidos se apueste por grandes trenes de mercancías, como una apuesta puramente de ahorro económico, demuestra la gran ventaja del ferrocarril en este sentido.
Otro punto fuerte del ferrocarril ha sido la electrificación, que permite circular por túneles y sobretodo un gran ahorro energético, tanto en cuanto a rendimiento de los motores como más recientemente por la generalización de la recuperación de energía en el frenado. También las simplicidad de sus desvíos frente a otros modos guiados (monocarriles, trenes de levitación magnética, transporte neumático como la propuesta del hyperloop…)
Tampoco hay que olvidar las inversiones previas: las redes ferroviarias ya existen, sólo hay que mantenerlas y se pueden mejorar por tramos, poco a poco. Es la ventaja de los trenes de alta velocidad que pueden también circular por vías convencionales y acercarse a más poblaciones sin necesidad de transbordos. En cambio sistemas novedosos como los de levitación magnética requieren de nuevas grandes inversiones para tramos específicos de servicio, con principio y final, ya que estos trenes no pueden continuar. La red española ha tenido en este aspecto su propia singularidad, por la diferencia en el ancho de vía (también en Japón), que ha implicado nuevos trazados para poder integrarse con el resto de redes europeas, aunque también podrían haberse practicado soluciones de ancho mixto como últimamente se ha demostrado, al menos en los trazados de menor demanda (o también los sistemas de ejes de ancho variable).
Pero los demás modos de transporte también evolucionan, y por tanto algunas de sus ventajas (no todas por supuesto) pueden ser adquiridas por otros modos de transporte, tanto tradicionales (en la automoción con vehículos eléctricos y autónomos y “trenes de carretera”, incluso curiosidades como el experimento sueco de Siemens y Scania de carreteras eléctricas “eHighway” que parecen reinventar un ferrocarril con más complejidad si cabe, y en la aviación con el apoyo de la energía solar, también en los barcos), como otros nuevos que van surgiendo (algunos como los de levitación magnética son una evolución del ferrocarril, sistemas guiados que reaprovechan algunas de sus ventajas intrínsecas como la formación de trenes con nuevos sistemas de tracción y suspensión que permiten mayor velocidad, y otros como el hyperloop que ya se verá como acaban). Por tanto nada está hecho, y todo evoluciona, también el propio ferrocarril (conducción automática, vehículos más ligeros, mejor rendimiento energético…).
Un aspecto básico, en cualquier caso es la GESTIÓN, tal vez el punto débil de muchas administraciones ferroviarias frente a otros operadores más ágiles y flexibles. De nada sirven unos trenes muy eficientes energéticamente si luego van casi vacíos. Y tal vez sea este aspecto el que más hay que cuestionar del ferrocarril, no su técnica sino su operación, su productividad. Y aquí también se puede debatir si es mejor una gestión pública o privada: ejemplos hay para todos los gustos, pero entraríamos en otro tipo de debate. No obstante sí que mencionaría uno de los aspectos actuales que pueden ser más desestabilizadores para la sociedad, y que por sus características afecta gravemente al ferrocarril, que es la visión liberal, especulativa y cortoplacista empresarial (que también afecta a la sociedad y a las políticas actuales), que dificulta las inversiones y planteamientos a medio y largo plazo.
En conclusión, en mi opinión la sociedad tiene que ser crítica con sus dirigentes cuando éstos han cometido errores , y mucho más aún si se demuestra que se han realizado actos claramente contrarios a los intereses públicos, por lo que es importante que exista un control social y estudios técnicos que ayuden a la toma de decisiones, pero éstos (y su posterior divulgación) han de ser siempre independientes, neutros, y con visión social de futuro, no olvidando por tanto las externalidades y beneficios sociales. En caso contrario, se puede ir implantando en la sociedad la creencia que el ferrocarril de alta velocidad siempre es innecesario, fruto de intereses empresariales ocultos (en los casos que fuese cierto habría que delimitarlos y exigir responsabilidades , pero no es bueno que se generalice y menos que se identifiquen esos “negocios” con el ferrocarril como técnica o modo de transporte) y que por tanto muchos crean que es mejor no seguir invirtiendo ni en él ni en el resto de servicios ferroviarios, convirtiendo la carretera y la aviación en los “buenos de la película” (olvidando que detrás de ellos también existen grupos privados que luchan por sus intereses, que la sociedad tiene que vigilar para que sean siempre legítimos) y relegando al ferrocarril a los servicios lo más ocultos y subterráneos posibles (no hay más que ver ciertos debates anti-tranvía y pro-coches, que no cuestionan los metros, si es que se encuentra dinero para ellos, que en la coyuntura actual más bien es que no).
Y en cuanto a la disyuntiva entre ferrocarril de alta velocidad frente al convencional (mejorado) por supuesto a favor de los dos, aplicando en cada caso la mejor solución e integrando ambos lo más posible; no puede ser que la alta velocidad se lleve todas las inversiones (hay que evitar las que se demuestren como menos rentables socialmente) mientras que las demás líneas van empeorando día a día, pero tampoco me parece oportuno generalizar en contra de la alta velocidad, cuando puede ser uno de los mejores símbolos de modernidad del ferrocarril como sistema de transporte que ayude a tener una imagen pública en positivo, no sea que se empiece por cuestionar la alta velocidad y luego se prosiga con otros muchos servicios y al final el ferrocarril se convierta en una rareza propia de parques temáticos.
Saludos (y disculpas por la extensión)
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TB1208 el 20 Sep 2016 17:37, editado 1 vez en total