JSA escribió:
Buenos días.
Una anécdota vivida en primera persona, que espero que sirva para deleitar alguna mente calenturienta como la mía.
Finales de los años 50, o principios de los 60. A primera hora de la tarde, en Salamanca, esperando a que llegue el Correo procedente de Astorga, destino Madrid. Llega el tren, de flamantes cincomiles "verdecitos con rayas amarillas", petado de gente. Se acaban las vacaciones y va el tren hasta los topes.
Avisan por megafonía (analógica, con maravillosa voz provinciana, no digital) de que van a añadir varios coches por cola, con lo cual el personal se tranquiliza y espera. Una 030 retrocede con más cincomiles (o de la familia), también "verdecitos con rayas amarillas". El andén está tan petado como el Correo que acaba de llegar. Mi Sr. padre, que ve algunas ventanillas abiertas, nos mete por ellas a mi hermano y a mí, que éramos dos chavalines por entonces, para que tomemos posesión de los asientos en aquel departamento de tercera. La gente que intenta entrar nos respeta, a pesar de nuestra corta edad.
Sube el resto de la familia, colocamos las maletas, y de pronto mi padre se percata de que el departamento está reservado al completo, con aquellos papelitos que se ponían como indicativo de "asiento reservado". Como ya no hay posibilidad de encontrar plazas libres en otros departamentos, papelitos al bolsillo, y a disimular. Vienen los propietarios de las reservas, y ante su sorpresa, no hay papelitos. Llaman al Sr. Revisor, que todo lo resuelve, y se muestra sumamente extrañado, asegurando que él mismo puso los papelitos por la mañana. Pero claro, mi Sr. padre asegura que no había tales papelitos, los que están en su bolsillo. Pero la mejor manera de resolver estas situaciones es con buena voluntad:
-No se preocupen, nos iremos turnando. Ya saben que los niños luego no paran en los asientos...
Y entre levantarnos a ratos, y sentarnos seis o siete donde cabían cinco, todos juntos para Madrid, en buena charla y compañía, compartiendo candeal con tortilla de patatas, (osssstiassss, que buena estaba siempre) y aquí paz, y después gloria. Seguramente hoy hubiéramos terminado con bronca, pero en aquellos años teníamos otra actitud de mejor camadadería.
A lo mejor otro día cuento otra aventura, con asunto de cuernos incluido. Je je.
Saludos cordiales.
Emotivo y a la vez nostálgico relato vivido en primera persona que a mi particularmente me ha fascinado, en él sale a flote una vez más la picaresca que se vivia en los abarrotados trenes de la época para poder conseguir un asiento libre, tortilla de patatas incluida, y que tan bien está reflejada en los primeros metrajes de la pelicula española " DON LUCIO Y EL HERMANO PIO" del año 1960 interpretada por los míticos Pepe Isbert y Toni Leblanc.
http://es.gloria.tv/?media=257702Tambien se me viene a la memoria aquellos papelitos de la Reserva, como el que adjunto, que se ponian en la parte superior de los asientos de los coches y que tan cuidadosamente colocaban aquellos empleados de RENFE con sus pulcros uniformes y sus largos listados de plazas reservadas bajo el brazo en las principales estaciones de partida, todo un mundo ya desaparecido en aras de la modernidad y que tan magistralmente nos ha reflejado el compañero JSA.
Saludos