Qué contraste tan brutal al comparar la amplia y luminosa estación de Córdoba con el oscuro y reducido (parece un sótano) centro comercial actual donde paran ahora los supositorios. Los primeros años del ave, cuando seguía abierta la estación antigua, hasta tenía su encanto y todo; pero el bodrio que construyeron después es lo más antiestético que podían hacer. Lamentable también observar cómo ni en una sola fotografía del centro comercial aparece si quiera una locomotora; homogeneidad total y extrema de supositorios autopropulsados, qué poco encanto tiene la renfe de hoy en día.
Saludos