EL QUE NACE CHICHARRA, VIVE VIAJANDO - PARTE 10 Y FINALYa estábamos a Lunes 23 de Septiembre y se acababa el frenesí viajero. Dejé el andén de Chamartín y al TrenHotel atrás para dirigirme al hotel, que está detrás de la estación. Hice check-in y me fui a la habitación que tenía en el 8vo piso, si mal no recuerdo. Dejé las cosas en el que sería mi sitio por las próximas 6 noches y, tras una ducha y colocarme ropa formal, bajé a Chamartín y enfilé a las oficinas centrales de ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), con la intención de conocer más sobre la gestión de las operaciones y del tráfico dentro de la red española, gracias a gestiones realizadas desde Chile.
Tras una primera reunión de coordinación para lo que haríamos el resto de esa semana de aprendizaje, me devolví a la habitación del hotel y dediqué la tarde a deambular y descargar las fotos de la cámara, para poder hacer algo de espacio. Durante la noche, aproveché de bajar a los andenes de Chamartín a recorrerlos un poco y ver la salida de los trenes nocturnos, aprovechando que los tenía a menos de 5 minutos de la habitación. Aún cuando eran trenes que no veía regularmente (por razones obvias), no me era tan interesante verlos, quizá por costumbre de ya conocerlos por internet o, simplemente, porque Chamartín resulta ser una estación medio aburrida, en que no se da esa suerte de "punto de encuentro" en que se transforman las estaciones y andenes más "catedralicios", como Atocha en sus tiempos de antaño o Milano Centrale y Budapest Keleti en la actualidad. Soy medio enchapado a la antigua, en todo caso.
De todas formas, aproveché de quedarme a ver algunos de los servicios que llegaban por las vías de Alta Velocidad y las salidas del "Costa Brava" a Barcelona y el Tren Hotel "Lusitania" a Lisboa, en Portugal. Con el trámite cumplido, volví a la habitación y, tras un rato de ver lo que pasaba por la TV, me dormí.

Madrid - Lisboa en el Lusitania...y a Hendaya con combinación con el "Sudexpreso" Lisboa - Hendaya.
A la mañana siguiente, nos juntamos más temprano y partimos a conocer los centros de control de tráfico de Atocha y Chamartín, pudiendo apreciar en toda su magnitud el enorme nivel de tráfico que se gestiona, que deja a lo que controlamos en Chile como un ramal más. Fue muy interesante poder conversar con la gente que está en control y dominio de esa verdadera maraña de vías, trenes y estaciones, que generan una verdadera red, haciéndole honor al concepto. Luego de almorzar y acabar con las asignaciones del día, me recomendaron visitar Toledo, una ciudad turística por excelencia de España y que no tenía dentro de mis libros ni siquiera visitar. Estando tan cerca en tren de ella, fui a la estación Atocha a sacar un pasaje para uno de los bien seguidos trenes del servicio Avant y, mientras hacía la espera, aproveché de recorrer el espacio bajo la nave original de la estación, dedicado ahora al comercio y a alojar un jardín tropical, habiéndose empujado las vías hacia afuera, generando dos estaciones nuevas (una para trenes de cercanías y otra para los trenes de alta velocidad) que forman parte del mismo complejo. Pasadito las 16:40, me subía al "Avant", servido por un tren de la serie 104, fabricado por CAF en España, y partíamos circulando a buen trote hacia las afueras de Madrid, en un viaje de 74 Km hasta Toledo. Ya fuera del área metropolitana, tomamos la vía de alta velocidad a Sevilla (la primera en su tipo en inaugurarse en España, en 1992) como ruta principal, para luego separarnos en el sector de "La Sagra" y tomar la nueva ruta a Toledo, inaugurada en 2005. A eso de las 17:18, arribábamos a los andenes de la estación toledana. Habíamos hecho el viaje en alrededor de 35 minutos, alcanzando velocidades máximas de alrededor de 240 Km/h, sin detenciones intermedias (no hay ninguna población intermedia, de todas maneras).

Interior de un tren de cercanías "Civia"

Atocha Cercanías

Antigua nave de Atocha

"Madrid - Puerta de Atocha", sector de alta velocidad

Interior del Avant a Toledo
La estación de Toledo fue inaugurada en 1919 y fue construída siguiendo el estilo "neomudéjar", que estuvo vigente entre finales del siglo XIX e inicios del XX en la península ibérica, devenido de una domesticación del estilo musulman "mudéjar". La estación se encuentra en muy buenas condiciones, habiendo sido restaurada no hace muchos años, dando un estilo único y que se adapta bien al estilo que se aprecia en toda la ciudad, con tonos café, mimetizándose con el color de la tierra arenosa del lugar. Ya estando allá, con 35°C en el aire, partí a caminar y a recorrer el lugar, cruzando el puente sobre el río Tajo, próximo a la estación y en cuyos alrededores y colinas se fundó la ciudad. Empecé a subir por las calles en zig-zag por sobre el cerro, en cuyo tope se veían algunas construcciones grandes, en lo que pensé que sería el área más turística. Me compré una gaseosa a media subida, que ofrecía en su lata una promoción para viajar a Chile (Los Muermos, para ser más exacto) y un llavero, como recuerdo. El calor en ese momento y la fuerte pendiente (sumado a mi estado físico) hacían aflorar el cansancio, pero aún me daba para seguir. Al final, llegué a la parte superior y era, justamente, el centro de la ciudad, con su ayuntamiento, con algunos turistas revoloteando por la plaza frente a él. Una de ellas me pidió tomarle una foto y reconocí el acento: "Eres chilena?", le pregunté, a lo que me respondió afirmativamente, me eché a reír y nos quedamos conversando un rato. Era de Valparaíso y estaba terminando un tour de 3 semanas por España. Tenía la duda de cómo volver a Madrid, así que le dije donde estaba la estación y nos separamos.
Tal como mencionaba antes, Toledo es una ciudad evidentemente turística y así se aprecia al recorrer sus calles y ver sus construcciones, con su apariencia medieval, extemporáneo a lo que luego fue la historia de América como continente. Si bien no me dio el tiempo de recorrer toda la ciudad, si logré

Interior de estación Toledo

Antiguas boleterías

Torre de la estación

Estación Toledo

Toledo y el río Tajo

Parte baja de Toledo

Las angostas calles

Catedral toledana

Otra vista de la catedral

Estatuas
Me quedé dando unas vueltas y luego bajé hacia el río Tajo, cruzándolo a través de un viaducto de piedra y finalmente bajando hacia su cauce a través de un sendero dispuesto para personas y bicicletas, que nace allí y llega a otras localidades. Había uncluso gente pescante en su ribera y algunos patos que la recorrían. Luego de eso y, con las últimas luces del día, volví a la estación de árabes influencias y me quedé haciendo tiempo y comiendo algo para matar el rato, tras unas poco más de dos horas de caminata. A medida que pasaba el rato se iba juntando gente para tomar el próximo tren a Madrid, que partiría pasado las 21:20. Un par de minutos antes, abrieron el acceso a andenes y subí. A las 22:00 ya estaba de nuevo en Atocha. Tomé un tren de cercanías que me llevó por los túneles de conexión de vuelta a Chamartín y quedé en el hotel.

Río Tajo, mirando hacia Aranjuez

Puente sobre el Tajo

Camino al costado del Tajo

Avant en Toledo, próximo a salir a Madrid

Estación Toledo, de noche
Al día siguiente aproveché de recorrer un poco el sector de Atocha y luego me dirigí a las oficinas de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, en donde me pude interiorizar sobre las propuestas académicas que a través de ella se imparten, como postgrados o cursos, pensando en tomar alguno de ellos a futuro. Haciendo otro poco de turismo, que incluyó la compra de un cortauñas, recorrí las calles angostas típicas y llegué a la Puerta del Sol, cercana a la Gran Vía y al estadio Santiago Bernabéu. Visité alguna de las tiendas departamentales famosas del centro de la ciudad, viendo libros o alguna otra cosa que me pudiese llamar la atención y me terminé quedando como una hora viendo qué podía llevar (y que se ciñese al presupuesto). Luego de eso, devuelta a "Sol" y tomé un tren de cercanías en el subterráneo, para volver a Chamartín.
Al día siguiente, ya Jueves y, tras visitar un edificio de seguridad de circulación en Villaverde Bajo por el trabajo, visité el Museo del Ferrocarril de Delicias, que fue una de las estaciones de Madrid en su tiempo y que ahora aloja bajo su nave una disposición de locomotoras a vapor, diésel, eléctricas, automotores y algunos coches clásicos, como un comedor de la Compañía Internacional de Coches Cama (CIWL; Compagnie Internationale des Wagon-Lits) y un Talgo serie II. Además, es el punto de partida del tren turístico "Tren de la Fresa", que en los últimos 30 años ha conectado Madrid y Aranjuez, usando coches de madera y una larga variedad de locomotoras a lo largo de su vida. En el camino, también logré conocer la estación Príncipe Pío, que era otra de las grandes y palaciegas estaciones de la ciudad, que ahora se ocupa para los trenes de cercanías en su mayoría y definida como una estación de paso, no una cabecera como antaño.

Villaverde Bajo

Madrid - Atocha (Cercanías)

Andén de Príncipe Pío

Nave de Príncipe Pío

Parte trasera del Talgo II

Interior del último coche del Talgo II

Coches antiguos (de ejes)

Locomotora ALCo, cuyo primer ejemplar fue nombrado "Marylin", por su procedencia estadounidense.

Locomotora Krauss Maffei, catalogada como serie 4000

Locomotora eléctrica "cocodrilo"

Pequeño automotor diésel

Coche Comedor CIWL

Locomotora a vapor seccionada para apreciar su estructura

Locomotora a vapor "Confederación", de las más grandes que tuvo España

Exterior del Museo y ex-estación "Delicias"
Otro de los lugares a los que me recomendaron ir a pasear fue a Valladolid, que está a una hora de Madrid a través de la alta velocidad. Aproveché los últimos ratos de esa tarde y tomé a las 17:45 el Avant a Valladolid. En el recorrido, paramos a la media hora en la estación Segovia - Guiomar, a la que se llega tras pasar el túnel de la sierra de Guadarrama, que corre debajo de los cerros y se evita el trazado sinuoso que implica el no tener túneles. El mismo tiene una longitud de 28,4 Km, siendo inaugurado en 2007 y ostentando el récord de ser el más largo de España y el quinto del mundo. Llegamos a destino y ahí estábamos en "Valladolid - Campo Grande". No estaría mucho rato en la ciudad, por lo que aproveché de recorrer, sin ningún plan definido. Frente a la estación había un parque, llamado "Campo Grande", que le daba el nombre a la estación y que congregaba a varias familias en sus corredores y bajo sus árboles.

Pantallas en el interior del Avant a Valladolid

Valladolid Campo Grande
Perdiéndome por las calles, terminé llegando al río Pisuerga, que cruza la ciudad y que posee paseos a ambos costados. Lo crucé por uno de sus puentes y llegué a algo que parecía un grupo de burbujas, como las que se acumulan en un lavaplatos cuando se lava la loza. Eso era la cúpula del milenio. Es un edificio multiuso que se montó en la ciudad con la ocasión de la feria internacional que se hizo en 2008. Tenía la pinta de un centro de eventos al mirar hacia adentro, siendo un salón abierto. De hecho, tenía armadas varias mesas para cenar y un escenario con una pancarta en chino, por lo que más que seguro había alguna cena de una compañía de esos lados.

Río Pisuerga

Pileta del Pisuerga

Cúpula del Milenio
Había una suerte de parque alrededor, con unos juegos infantiles y una tienda de helados, además de una ciclovía. Sin embargo, algo me llamó la atención: había un juego con unos botones en el piso, los que, al pisarlos, hacía saltar agua desde unos "lanzadores", como los de las piletas en las plazas. Nunca había visto de esos y, bueno, aproveché de sacar al niño interior y me quedé jugando un rato. Además de eso, en el propio río había otro de esos lanzadores, que generaba un chorro de unos 20 metros de altura y que caía en el mismo río, como si de otra pileta se tratase. La verdad no me parecío muy justificable y más daba la impresión que "sobraba". Me lo quedé viendo un rato desde un mirador cerca de la cúpula, en donde me senté y me quedé descansando un rato.
Volví a "Campo Grande" y me quedé viendo algo del movimiento que allí se da. Aparte de los trenes de Alta Velocidad a Madrid y Segovia, salen trenes regionales a localidades cercanas del norte y noreste español, incluyendo también al TrenHotel Madrid - París, al que le quedaban poco menos de 3 meses de vida antes de ser retirado. El mismo llegó al filo de las 21:00 hrs, tras 2 horas y media de viaje desde Madrid por la vía convencional. En el sector de la estación, se encontraban también algunos trenes de carga, incluyendo uno cargado de automóviles, además de dos locomotoras que reposaban más atrás. Un par de minutos después de "las nueve", emprendíamos viaje a Madrid, llegando en buena hora. Quedaba después ver los clásicos nocturnos a Barcelona y a Galicia, alguno que otro tren y buenas noches.

Nave de Valladolid Campo Grande

Tren del servicio Avant de Valladolid a Madrid

Civia entrando a Madrid Chamartín
Viernes...poco tiempo quedaba para terminar todo este viaje y, de hecho, ese día fue la última vez que asistí a ADIF. Me despedí y agradecí a quienes me ayudaron y acompañaron esos días, en que pude conocer y aprender como se mueve el ferrocarril en España. Si, es cierto, en 5 días no se puede ver mucho, más en el concierto europeo en el que está inserto España, pero igualmente es un buen ejercicio y muy provechoso de poder haberlo hecho. Satisfecho y contento, volví al hotel a gestionar mi extensión de las noches de hotel para poder cubrir la del sábado, que no había sacado todavía (dependía del pasaje de vuelta, que al final quedó para el domingo). Ya libre de ese menester, preparé la cámara y salí a tomar fotografías a la vía. Sin saber mucho a dónde ir, tomé algunos consejos y fui a Valdemoro, en las cercanías de Madrid. Era una tarde nublada, así que primero me quedé en la estación viendo qué pasaba, sin antes pasar por la taberna de la estación y tomarme algo para mojar la garganta. Luego salí caminando a explorar y encontré un cerro por el que logré llegar a un sitio bastante bueno para las fotos, pasando algunos trenes bastante interesantes.

Estación de Valdemoro

Civia saliendo de Valdemoro

Tren de carga en toda la curva
Hablando del sector propiamente tal, se veía Valdemoro como un suburbio residencial bien agradable y tranquilo, como para vivir, digamos. De vuelta de las fotos, pasé a comprar algo para comer y, a la salida, unas niñas pasaron ofreciendo unas rifas para poder juntar fondos para un viaje. Les compré un numero como a dos Euros y me comentaban cómo podía enterarme de los resultados, pero les dije que volvería a Chile en cosa de días. Me quedaron mirando con cara de "y bueno, habrá que devolverle el dinero, no?", pero les dije que no importaba y me fui. Tomé el tren de vuelta a Chamartín y declaré el día como terminado, no sin antes ir a ver nuevamente la salida del "Costa Brava" que, por ser Viernes, alargaba su recorrido hasta Cerbere. Hoy, esta prolongación del recorrido ya no existe.
Ya para el sábado tenía planes y viajaría en el tren turístico "Río Eresma", que viaja entre Madrid y Segovia (por el trazado original, no por el que usé para ir a Valladolid), usando un tren que se usaba antes en servicio de cercanías en ese corredor y que, tras sucesivas reformas, sirven tanto en España como en Brasil y Chile: un UT-440, pero en este caso con su pintura e interiores originales. Había hecho mi reserva unos días antes y ese día saqué mi pasaje abordo del tren. Era la primera salida de la temporada de otoño del "Río Eresma" y en la fría pero soleada mañana en Chamartín (otra vez) se congregaba la gente ya en la hora de partir. Cerca de las 9:20, luego de que los dulzaineros que estaban en el andén terminaban de tocar sus instrumentos, parientes del oboe, partimos.

UT en Chamartín

Dulzaineros
El interior, de colores crema, asientos de cuerina roja y ventanas que se podían abrir era una contraposición a lo que son hoy estas unidades, en que el blanco predomina en su interior, con algo que intenta ser sobrio pero termina siendo más parecido al pasillo de una clínica. Salíamos de las vías de la estación y empezábamos a negociar la salida de Madrid a través de vías, cruces y túneles, en uno de los cuales nos cruzamos con el nocturno procedente de París, cargando algunos minutos de retraso. Varios aficionados y socios de la AAFM (Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid), que son quienes operan el tren, se encontraban abordo, tomando fotos por las ventanas del tren, mientras se nublaba el día y algo de viento helado aún corría. Pasamos por fuera de la gran factoría de la empresa Talgo, en la cercanía de la estación "Las Matas". En la gran explanada, se apreciaba gran cantidad de material ferroviario sin uso, graffiteado por todos lados, mientras el mantenimiento y construcción de nuevas unidades se realizaba bajo la protección de las naves ubicadas en las puntas.

Interior de la 440.

Patio de Talgo en Las Matas
10 de la mañana y llegábamos a la estación de Villalba, en donde se separa la vía que va hacia Irún y la frontera francesa (por el noreste) con la vía a Segovia. Paramos unos minutos y continuamos viaje, tomando el desvío que nos colocaba en ruta hacia Segovia. Esta vía actualmente tiene poco tráfico, ya que la vía de alta velocidad desplazó a la convencional en los trayectos de punta a punta (media hora contra 2 horas), además que las poblaciones intermedias entre Villalba y Segovia son bien mínimas, con la única excepción de la estación de Cercedilla, que recibe esquiadores que suben a la estación de Cotos, mediante un pequeño tren de trocha métrica que de allí sale. El trazado se remonta a través de la sierra de Guadarrama a través de una serie de curvas, túneles, subidas y bajadas, radicando allí uno de los grandes atractivos del viaje: el paisaje de cerros y valles de la sierra. Cruzamos uno de los túneles largos del tramo superior de la sierra y aparecimos rodeados de la niebla por el otro lado, mientras emprendíamos la bajada con el valle a nuestros pies. En la estación de Navas de Ríofrío-La Losa cruzamos con un tren de cercanías de Segovia a Villalba y Madrid para finalmente, tras unos cuantos minutos más, entrar a la estación de Segovia, fin de la vía proveniente desde Villalba e inaugurada en 1888.

Valle de la Sierra de Guadarrama

La sierra y la UT de cercanías lista para subir.

Navas de Ríofrío-La Losa

Llegamos a Segovia

Estación de Segovia
Un rato antes, un bus había partido con gente hacia el centro turístico, pero me quedé tomando algunas fotos y terminé haciendo el viaje a pie, que resultó ser más relajante y entretenido, además de que iba cuesta abajo. Además, contaría con una buena cantidad de horas en Segovia, por lo que podía campear a mis anchas. Tras una media hora de marcha, llegué al acueducto de Segovia, uno de sus puntos turísticos más importantes, ya con casi 2000 años de antigüedad, que son sólo una parte de la rica historia de aquella ciudad. Turistas de todas partes del mundo se apreciaban recorriendo esos lugares, incluyendo muchos orientales.
Siguiendo por los recovecos segovianos, llegamos a la Plaza Mayor, donde hay un teatro y otra de las grandes atracciones: la catedral de Segovia, la última de estilo gótico construída en España y de grandes dimensiones, corona el centro de la ciudad. Segovia es muy católica, demostrado por la gran cantidad de conventos y catedrales que se erigen en el casco histórico. Finalmente, se llega al Alcázar de Segovia, la fortaleza y palacio de los Reyes de Castilla y con casi un milenio de antigüedad. Posee un museo de armas en lo que fue el Real Colegio de Artillería, además de estar junto a la Casa de la Química. Recorrí sus suntuosos salones, con vitrales y detalles dorados, además de subir la angosta torre por su escalera de caracol hasta la azotea del Alcázar. Allí una familia me pidió que les tome una foto. Uno de ellos me pregunta "Eres chileno?", quien resultó ser un viñamarino que llevaba 30 años en España, habiendo perdido el acento chileno por completo.

Una iglesia de Segovia

Acueducto de Segovia

Vista desde el acueducto

Plaza Mayor

La catedral segoviana

Casa de la Química

El alcázar

Real colegio de artillería

Salón del Alcázar

Vitrales

Tronos

Techo dorado de alguno de los salones

Campiña segoviana
De vuelta en la entrada, con el hambre acechando, pasé a almorzar a uno de los pequeños restaurantes junto a las callecitas, en donde ofrecían el plato típico de Segovia: cerdo. Pedí uno como lo preparan allí y tenía una textura muy suave, similar al pollo asado. Luego de eso, me dediqué a bajar la comida y a seguir recorriendo, perdiéndome por otras calles, a ver qué encontraba. Pasé por algunas plazas pequeñas y miradores, lugares en los que no transitaba prácticamente nadie, por lo que se podía estar muy tranquilo. Al rato, bajé nuevamente a la estación, que se encontraba vacía y me puse a recorrer las vías del patio. Se aprecian muchos detalles antiguos y que no han sido modernizados, como sujeciones y postes, que datan de la época en que la línea fue electrificada, por una compañía privada que explotaba la línea antes del nacimiento de la operadora estatal RENFE. Además, se apreciaba una tornamesa, escena poco usual hoy en día en España y con cada vez menos uso a nivel mundial. Hacia el final, estaba la faja vía de un ramal a la localidad de Medina del Campo, ya levantado, cuando empezó a llover y me tuve que devolver corriendo a la estación para no mojarme tanto, ya que fue una de esas tormentas rápidas pero fuertes, con tormenta eléctrica incluída. Ya de vuelta y tras unos minutos, pasó la tormenta y empezó a llegar la gente para el retorno a Madrid, mientras hacía lo propio un servicio de cercanías de RENFE a Villalba. Finalmente, salimos con las últimas luces del día y entramos a Chamartín pasado las 22:00. Luego de conversar en la estación con los muchachos de la asociación que venían abordo, fuimos a comer unas pizzas a un Domino (podías comer las que querías y estaba más barato que en Chile) y cerramos el día como corresponde.

Otra vista del acueducto

Tren de cercanías y la UT del "Río Eresma"

Tren métrico del ramal de Cercedilla a Cotos

De regreso en Chamartín.

Servicio Avant en andenes
A la mañana, con las últimas horas, no quedaba más que armar los ahora muy pesados bolsos (regalos, libros, ropa sucia que aporta al peso, etc.) y dejarlos en recepción, para aprovechar de recorrer un poco más antes de irme. Partí de nuevo a la Puerta del Sol y recorrí la Gran Vía y la plaza de España, parte del casco histórico de la ciudad. Pasé a almorzar a un local de parrilladas, tomé por última vez el cercanías a Chamartín y fui a retirar mis cosas. Bajé al metro y me fui a la terminal 1 del Aeropuerto de Barajas. Pensé que podría tener algún problema con el peso de las maletas, pero no fue tal y pasé sin problemas. Mientras esperaba tranquilo y ocupaba los últimos euros en navegar por internet (para no irme con los bolsillos llenos de monedas), pensaba en lo que había sido este viaje surgido de la nada, casi como un arranque. Si bien lo pasé bien, sentí que me faltaron cosas por hacer y que no lo pude disfrutar de todo el modo que hubiese querido, así que quedaba la tarea de volver algún día, y esperemos que sea pronto. Luego de un cambio de puerta de salida del avión, hice la respectiva fila y subí al mismo. Recuerdo que ya antes del anochecer estábamos despegando de vuelta a la realidad, sirvieron la cena y rápidamente caí dormido.
Varios husos horarios y horas de vuelo después, era despertado en Ezeiza, donde debía bajar y de alguna forma matar las 3 horas que me quedaban hasta que saliera mi vuelo, que ya al amanecer de ese 30 de Septiembre de la primeravera austral salía hacia casa. Ya a las 9 de la mañana pisaba tierra chilena y me encontraba con mi madre, quien me llevaría a casa. Sin embargo, le pedí que me llevara a la oficina, a saludar a mis colegas y a mi jefa, que se iba de vacaciones esa misma tarde. Al final, me terminé quedando casi toda la tarde en la oficina, calzado por algunas urgencias, sin tanto cansancio acumulado del vuelo, seguramente por haber dormido bien. Al final, llegué a casa nuevamente, tras 20 días afuera, después del viaje más grande que he hecho y, bueno, pensando en los que se vendrán.
FIN
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Quiero aprovechar este espacio para agradecer a todos quienes se dieron el tiempo de leer mi relato y viajar conmigo. Espero seguir perfeccionando mi forma de relatar y la calidad de lo que entrego, para vuestra lectura y deleite. Saludos!