Alguna reseña más acerca del libro de nuestro compañero Manuel Sánchez Solano.
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Manuel Sánchez Solano, ferroviario jubilado tras 43 de profesión, de los que gran parte de ellos se ha dedicado a conducir locomotoras de vapor, nos presenta en ‘Maquinista por vocación’ sus recuerdos del paso de la tracción vapor a la diésel, entre otras vivencias profesionales y personales. En este corto texto de 118 páginas, desgrana sus recuerdos, con profusión de imágenes y anécdotas desde la máquina que condujo por primera vez a los 21 años, hasta el fin de su vida profesional a los mandos una diésel 333 y como auxiliar de tracción.
Desde 1961 a 2004, condujo cientos de trenes de vapor, diésel y eléctricos de múltiples series con los que recorrió gran parte de las vías españolas, realizando un largo periplo por varios depósitos de máquinas. Es la vida de un maquinista o un fogonero de aquellos años, con decenas de horas en la cabina hasta llegar a destino y vuelta, a lo que se le sumaba estar ‘destacado’ en otra ciudad lejos de la familia o cambiar de 'residencia' cada poco tiempo, arrastrando a la prole.
Para que todas estas experiencias no queden en el olvido, Manuel ha escrito esta obra, reflejo de lo que supuso el ferrocarril en la vida cotidiana de los ferroviarios de hace solo unas decenas de años.
Periplo profesional
Nació en Puente Genil (Córdoba), donde su padre era operario del Depósito de locomotoras y, a los 18 años, ingresó en el Regimiento de Movilización y Prácticas de Ferrocarriles, empezando su larga vida ferroviaria en el 4º Batallón de Zaragoza.
Más adelante, pasó voluntario a la Escuela de Atocha en Madrid, donde hacía prácticas en los Talleres Generales de Méndez Álvaro, de fogonero en la maniobra o asistía a las maniobras. Al cumplir el primer año, solicitó el traslado a Valencia y comenzó a trabajar en las maniobras de Término, en trenes de mercancías entre Sagunto y Castellón, o de viajeros hasta Oropesa del Mar.
Después de finalizado los cuatro años de militar, se incorporó a RENFE y en Puente Genil, su ciudad de nacimiento, comenzó a con las primeras máquinas de vapor. Tres años más tarde, le enviaron destacado a Miranda de Ebro y, al electrificar el tramo hasta Venta de Baños, pudo volver a Puente Genil, pasando varios meses en Lérida y Ciudad Real.
En 1969, nos lo encontramos en el depósito de Madrid-Atocha, llevando los coquetos Ferrobuses a Guadalajara, Alcalá de Henares o Talavera, con los que comenzaba ya su particular ‘clausura’ del vapor. Al año siguiente, realizó el curso de transformación para fogoneros a tracción diésel en el depósito de Sevilla-Santa Justa y, en 1972, pasó a la residencia de Zafra. Tres años más tarde, fue destacado al Depósito de Sevilla Santa Justa.
Ya en 1978, consiguió el ascenso a maquinista por lo que tuvo que volver al Depósito de Madrid-Atocha y, recalar después en Madrid-Fuencarral y Vicálvaro Clasificación. Después, le tocó realizar el curso de las míticas 333 que, nos confiesa, fue la mejor locomotora que ha tenido entre sus manos. Y en 1983, realizó otra transformación, esta vez de diésel a eléctrica. Como vemos todo un viaje de máquinas y residencias...
Por esas fechas, le detectaron una hipoacusia en un oído en un reconocimiento médico y ya no pudo volver a conducir sus amadas locomotoras. Pero terminó su extensa vida profesional como auxiliar de tracción y encargado del Puesto Fijo en distintas residencias de Madrid, antes de su jubilación el 31 de diciembre de 2001.
Recuerdos de un maquinista
Entre sus múltiples recuerdos, destaca uno de sus inicios en la línea de Campo Real, en los que cada turno era de varios días fuera de casa. Su madre le enviaba a diario un canasto con la comida con el tren Correo y, al ser de vía única, lo recogía al cruce de ambos trenes. Era también un sistema de comunicación para mensajes a la familia como “mamá me gustó mucho el cocido de anoche”, cuando tan solo estaban a 90 kilómetros de distancia.
Este entrañable libro ha sido posible gracias a Ángel Rivera, meteorólogo también jubilado, y experto en el ferrocarril español, que ha escrito el prólogo y le ha apoyado en la edición. Se puede contactar con el autor en el correo
solano61@yahoo.es