Cuenca capital también ha quedado reducida a una mera estación de paso sin mucho movimiento. El edificio ha sido limpiado y las marquesinas metálicas aparecen impecable... mente vacías de viajeros. Con tan pocos trenes no es de extrañar, sin contar la Cuenca AV en medio de la nada.
Al menos, unas cuantas vías paralelas a salvo del ladrillo le confieren todavía cierta entidad.
Eso sí, los "artistas" acuden puntualmente.
Y luego, dependiendo del encuadre, y con un benigno cielo matutino, puedes imaginar que todavía estamos en los años 70,
si no fuera por la grafía de la señal amarilla provisional, concretamente en el lado Tarancón-Aranjuez:
Lamentablente, antiguos edificios clausurados y el estado del muelle dejan a las claras que el tiempo no pasa en balde...
Sin embargo, prefiero despedirme con dos fotos de la mañana ferroviaria conquense que me encantaron: unas luces y sombras providenciales según el sol comenzaba a asomar por encima de los apartamentos vecinos a la estación...
y una solitaria flor sobre el fondo de una plataforma de bogies desenfocada.
La siguiente parada programada, Tarancón, no pudo ser: había quedado a comer en Aranjuez y tenía que fotografiar toda la estación antes de esa hora. Sin embargo, me las ingenié para encontrar el enlace de la línea de Cuenca con la de Alcázar de San Juan que se hace accesible por una diagonal con travesía incluída, y la antigua caseta de enclavamientos, hoy en ruinas.
Quizás otro año pueda fotografiar todo lo que no visité. Veremos.
Saludos
Carrington, creyendo de pequeño que Tartarín de Tarascón era originario de Tarancón y que viajaba en omnibús
Al parecer, talibán de la explotación ferroviaria a escala. A pesar de eso, me gusta un buen plato de spaghetti. De los de verdad.