[attachment=0]DSC00989.JPG Interesante el informe sobre el personal ferroviario depurado por los vencedores de la guerra civil, precisamente se cumplen ochenta años de esa tragedia que dejo marcados a varias generaciones de españoles hasta nuestros días.
Si me lo permitis quisiera contar un relato que uno de esos depurados por el régimen franquista nos contó allá por los años ochenta, el señor Juan Afan presidente de honor de la Asociación cordobesa de amigos del ferrocarril.
Don Juan paso parte de la guerra y su juventud como tripulante de uno de los dos trenes blindados que el gobierno de la República puso en funcionamiento, a diferencia de los trenes blindados alemanes o soviéticos, el español no era ni tan espectacular, se trataron los vagones y la maquina con una serie de capas de acero y se le equipó de armamento ligero, pero cumplieron una buena misión, ya que colaboraron a estabilizar los frentes, en el caso de la provincia de Córdoba, hasta casi el final de la guerra.
LOS ROSALES DE LA ESTACIÓN DE LA ESTACIÓN VALSEQUILLO podía titularse este relato que don Juan nos contaba en tardes de otoño, alojados en el viejo coche de madera estacionado en una vía muerta de la estación de Córdoba que servía como cede de la ACAF.
En el verano de 1937, don Juan Afan se encontraba prestando servicio en un tren blindado en las proximidades de Peñarroya, el frente estaba paralizado ya que ni los sublevados ni los gubernamentales avanzaban ni un ápice sus posiciones, entre ambos existían unos pocos kilómetros de tierra de nadie que separaban a los dos bandos. A pesar de llevar ya un año de contienda, la vía permanecía intacta en casi todo el recorrido, de Córdoba a Almorchón. En tierra de nadie había quedado la estación de la Granjuela la cual se podía divisar desde los altos de Peñarroya.
Se dio la orden de que se formara una patrulla de 15 hombres que en zorrilla se acercaran a la estación de la Granjuela e evaluaran el terreno, cuando llegaron, se encontraron con que estación estaba abandonada y no había presencia de soldados sublevados en las inmediaciones, después de disponer de tres centinelas que vigilaran las inmediaciones, tarea que le toco a Juan Afan, el grueso de la patrulla entró en la estación y como se trataba de jóvenes ferroviarios sin apenas adiestramiento militar, usaron la chimenea de la estación para cocinar antes de emprender viaje de vuelta al tren blindado. Como la noche veraniega estaba clara, la luna proporcionaba mucha claridad, desde los altos de Peñarroya las baterías artilleras allí apostadas vieron el humo de la chimenea y dispararon varios abuses contra la estación, Juan y los que estaban de centinelas intentaron avisar a los que estaban dentro, pero un obús impactó de lleno contra la estación causando la muerte de sus ocupantes dejando un paisaje desolador con los cuerpos desmembrados e irreconocibles de aquellos jóvenes ferroviarios.
Juan y sus dos compañeros temían que las baterías repitieran los disparos o que les mandarán una patrulla enemiga para acabar con ellos, por lo que se dispusieron a abandonar la zona a bordo de la zorrilla, pero como personas de honor, no tuvieron corazón para dejar allí los restos de sus compañeros, los recogieron en unas mantas y emprendieron regreso al tren blindado, lesos de fuerza les costo un gran esfuerzo llegar ya que los brazos para tripular la zorrilla eran escasos.
Cuando el tren blindado llegó a su base de Valsequillo, los restos de los ferroviarios caídos en la Granjuela fueron enterados cerca de la estación de Valsequillo, a pie de vía y se sembraron 12 rosales en la superficie de la fosa, uno por cada compañero caído, el perímetro de la zona fue protegido con alambre de espino para que ningún animal desenteraran los restos.
Juan Afan sobrevivió a la locura colectiva que supuso la guerra civil española y, tras acabar la guerra, sufrió la depuración y tras un tiempo inhabilitado para ejercer su amada profesión, regreso al ferrocarril transformado en RENFE, curiosamente, durante la posguerra, Juan trabajó como maquinista en la misma línea del tren blindado y siempre que pasaba frente a la fosa le embargaba un profundo silencio y sus pensamientos estaban con sus compañeros caídos, sentimientos que no podía compartir con nadie, la mera sospecha de no ser adicto al régimen franquista acarreaba terribles consecuencias, mas haber servido en el bando republicano en un tren blindado.
Juan hablaba de esto sin rabia, sin ira y de forma que en sus palabras de anciano honorable, solo quería dejar testimonio de sus vivencias juveniles en una maldita guerra y, honrar a sus jóvenes compañeros ferroviarios fallecidos.
Esta historia tiene una segunda parte a un mas rocambolesca y sorpresiva.
Años mas tarde, el fogonero y compañero de don Juan se encontraba de baja, en su lugar, pusieron a un joven fogonero que acababa de entrar en renfe, cuando se disponía el tren a entrar en la estación de Valsequillo, el joven fogonero le dijo a Juan: Por esta línea durante la guerra circulaba un tren blindado, yo era cabo primero de una batería en los altos de Peñarroya y disparábamos contra el tren, y nunca le dimos. Juan Afan se quedo mudo e intentó con su silencio quitar importancia al comentario, comprendió que aquel joven había entrado en renfe por méritos de guerra y temió que lo delataran como "rojo", a los que señalaban de esta manera le hacían la vida muy difícil en la compañía dándoles los peores servicios y las peores máquinas. Afortunadamente el comentario no tuvo consecuencias y don Juan Afan se jubiló como ferroviario en Renfe siendo una de las mejores personas que he conocido, desprendiendo humanidad y ejemplaridad a pesar de los momentos duros que le toco vivir.
Esta es la aportación y el relato de este gran profesional del ferrocarril y que quiero reflejar en este hilo sobre el Ferrocarril en las guerras de España.
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