Recién regresado de mi excursión ferroviaria, colgaré poco a poco algunas fotos que dan testigo del estado actual de nuestras líneas.
Partiendo de Bilbao-Abando, imaginé que se había construido el ramal que debería haber unido la línea Bilbao-Miranda con Trespaderne, así que del valle del Nervión trepé hacia las Merindades.
Tanto el muelle como la estación de Trespaderne se encuentran en bastante buen estado, restauradas, aunque el supuesto centro de interpretación permanece cerrado a cal y canto.
El cubato de aprovisionamiento de las locomotoras de vapor se yergue, silencioso, apuntando al cielo...
mientras que la vegetación se ha adueñado de unos andenes que siguen esperando la llegada del tren.
Siguiendo nuestro rumbo hacia Burgos, sigue sorprendiéndome que la línea salve tan limpiamente la complicada orografía, mientras que la carretera actual sigue retorciéndose arriba y abajo, a izquierda y a derecha. Los puentes delatan el antiguo trazado ferroviario, que ahora son utilizados por esforzados ciclistas. Alguien no se ha dado cuenta de las bondades de un servicio regional Villarcayo-Medina-Trespaderne-Oña, por ejemplo.
Una casilla de paso a nivel en bastante mal estado nos recuerda el antiguo trazado...
mientras que la "vía verde" se convierte, poco a poco, en sendero-para-caminar-en-fila-india y, de esta guisa llegamos al espectáculo desolador de Poza de la Sal.
Desconozco la razón, pero el conjunto ferroviario amenaza ruina, directamente, da igual si miras al almacén cubierto, al refugio o al edificio de la estación...
a pesar de lo cual, la naturaleza nos permite sacar alguna instantánea con algo de poesía...
Al parecer, talibán de la explotación ferroviaria a escala. A pesar de eso, me gusta un buen plato de spaghetti. De los de verdad.