Ya que me remites a esa página, voy a comentar los puntos débiles (aplicables en general a la sociedad).
Nuestros vehículos ferroviarios se caracterizan tradicionalmente por tener una vida útil prolongada (hasta 40 años), y por llegar al 98% de materiales reutilizables usados en su construcción.
El problema aquí es que una cosa es que el material sea reutilizable, y otra es que, efectivamente, se reutilice. Si coges y picas el tren y separas con un imán lo que es de hierro de lo que no, ahí una buena parte de los materiales que podrían ser reutilizables acabarán en un vertedero o quemados. Esto en coches también pasa mucho, no os penséis que es una crítica despiadada contra Renfe.
Por otro lado, 98% no es 100%. Los 40 años se dan en muy pocos casos (269, 440 y algo 592 y 593), además no es la totalidad de la serie sino una parte de esta. Tampoco son años continuos, en los coches 2000 (Arco) hay un periodo prolongado de baja actividad a tener en cuenta.
El proceso de fabricación de los vehículos ferroviarios por parte de nuestros proveedores, así como su mantenimiento, se realiza de la manera más sostenible posible buscando la reducción de la aportación de energía y de materiales en los procesos de producción y a lo largo del amplio ciclo de vida de los propios vehículos.
De esto no tengo mucho que decir, aunque si los talleres tuvieran más instalaciones fotovoltaicas serían un poquito más verdes.
Se consiguen así vehículos duraderos y fácilmente reparables con el objeto de aumentar la vida del tren en las mejores condiciones técnicas, de seguridad y de confort.
Sí, los trenes nuevos podrían tener más reparabilidad y durabilidad (*), pero... ¿Cuánto se tarda en amortizar económicamente y energéticamente la diferencia? Porque al final es como lo de los coches, si para ahorrar un poco de gasolina me voy a tener que comprar un coche nuevo, quizás termine gastando más energía y dinero en ese nuevo coche que si lo hubiera mantenido hasta que no aguante más.
*Las unidades 440 podrían durar más que las 446, la tendencia matemática no es muy favorable.
Y insisto en que no estoy contra Renfe, sino más bien contra la sociedad del despilfarro y del "más madera" en la que vivimos, que en algún momento habrá que hacer un tren (y todo en general) tal que dure para siempre, solo con el mantenimiento mínimo y cambiando lo que se desgaste, y de esa forma el impacto sea mínimo.