1º.- Llegas a casa con una revista pornográfica abierta en una mano y en la otra una ostentosa caja de una locomotora de Brawa (o marca de la elección de cada uno).
2º.- Inmediatamente te haces el encontradizo con la parienta, y cuando compruebas que se ha dado cuenta de la revista guarra, te adelantas y le dices: "Mira lo que algún marrano ha tirado en nuestro portal. Anda, échala inmediatamente al cubo de la basura. No sé como hay hombres que se dedican a ver esas porquerías denigrantes".
3º.- Observa en los ojos de la jefa que la caja de Brawa se ha convertido en un mal menor, y tan pancho y triunfante, te vas a tu refugio espiritual, a disfrutar de la nueva pieza.
Otro alternativo:
1º.- Entras en casa con la caja de Brawa o similar, bien a la vista, y antes de que tu señora diga nada (¡ojo!, hay que ser muy rápido, se necesita concentración y entrenamiento), le sueltas: ¿te acuerdas de Felipe?, si, el de la oficina de seguros; pues me lo he encontrado y se va todo el fin de semana a Barcelona, a ver al Barça, a un hotel con sus amigotes, y dejando a su mujer en casa con los niños. Y encima me dice que a su mujer le parece bien, que ella le dice que se pueden permitir esos gastos porque no son unos muertos de hambre, y que su marido se merece un capricho de vez en cuando. Yo, la verdad, no entiendo a esos hombres que abandonan a su familia los fines de semana.... y patatín, y patatán...
2º.- Si la cosa ha ido convincente, la caja de Brawa ascenderá a los cielos de manera inmediata, ante la dulce y amorosa mirada de la jefa del hogar.
Cualquier variante que le mencione que alguna amiga (mala pécora) suya le ha hecho algún regalo a su marido "por que nos lo podemos permitir, no como otrassss" (¡ojo! imprescidible meter esta frase literalmente), debe tener éxito igualmente.
