Tener que leer a estas alturas del siglo XXI, aunque sea en tono jocoso, que la afición al ferrocarril va en los genes, que los hombres estamos predispuestos, que a las mujeres les gusta más ir de compras, que los niños son más de cosas mecánicas… es para hacérnoslo mirar. Urgentemente. Ni un estudio hecho a 30 bebés (¡¡¡TREINTA!!!) en uno de los estados más conservadores y retrógrados de EE.UU. tiene valor estadístico alguno, ni tampoco contar el número matemático de aficionadas al ferrocarril es explicación de nada. Partir de experiencias personales que conocemos tampoco es significativo, pues, una vez más, no son más que una consecuencia última, el ejemplo real de
causas que, en casos como éste, son
múltiples y complejas.
Primero de todo, nadie es capaz de explicar al 100%, independientemente de nuestro género,
por qué nos gustan unas cosas y no otras. Por qué a un niño le gusta el fútbol y otro mira este deporte como las vacas al tren; por qué a un hombre le gusta el baloncesto y a otro el tenis; por qué a algunos nos gustan los trenes y otros, en cambio, se inclinan por coches, tanques o aviones. O por qué hay hombres a los que les gustan todos los deportes, o varias facetas del modelismo, y a otros sólo alguna. Antes de meternos en el jardín de la diferenciación de gustos por género, no estaría de más explicar las razones de por qué existen estas diferencias entre individuos del mismo género. Y sin embargo, a pesar de no poder explicar el apartado anterior, encima nos embarcamos en buscar la causa de la diferenciación por género, aportando únicamente hechos intentando, sólo en algunos casos afortunadamente, establecerlos como causas. Porque los hechos visibles que observáis y apuntáis en el hilo derivan de unas causas que no nombráis.
Como cualquier profesor de educación infantil, en otra época de mi vida, nos empapamos de estudios pedagógicos y siempre seguimos un poco al tanto de su evolución. Actualmente, es difícil encontrar estudios pedagógicos que distingan capacidades inherentes diferentes para un género u otro y, mucho menos, mejores aptitudes innatas por género para unas cosas u otras. Por supuesto que existen
diferencias sexuales biológicas (constitución física, genitales, diferencias en la maduración por rango de edad…) e incluso siempre ha habido y habrá niñas y niños más movidos o más tranquilos, pero estos rasgos de personalidad no afectan PARA NADA a la posibilidad de desarrollar plenamente sus capacidades en cualquier aspecto de su vida.
La mayoría de las
diferencias vienen
determinadas por los estímulos externos que niñas y niños
reciben incluso desde
ANTES de nacer, cuando sus padres, en cuanto saben el sexo por los médicos, ya les hablan de forma diferente estando en el vientre de la madre. Por lo tanto, es falso que exista una etapa de los bebes en que no reciban estímulos dirigidos. Se han llegado a realizar ensayos con recién nacidos a los que se les vestía de la misma manera, indiferenciables, y los adultos reaccionaban de forma diferente según ellos creyeran que eran niños o niñas: a las niñas se les sonreía más y se les hablaba con más afecto, mientras que a los niños se les zarandeaba y se les movía más. Por supuesto, lo más divertido del ensayo era que los adultos se equivocaban en quiénes eran niños y quiénes niñas, zarandeando a veces a niñas y hablando con afecto a niños [MODO IRONIC ON] ¡Sacrilegio!
Los niños son esponjas. Y, aunque parezca una tontería decirlo, aprenden e interiozan por ellos mismos mientras no sean capaces de comunicarse con los adultos. Es decir, autogestionan todos los
estímulos primarios que reciben desde el exterior los cuales, desde que nacen, están
dirigidos, discriminados y parcelados por nosotros los adultos, hasta en los detalles más estúpidos que podamos pensar: desde papeles pintados de habitación con lazos (niñas) o animales (niños), hasta gestos de desaprobación que responden a códigos del adulto, no del niño o la niña. Y estas señales imperceptibles, las imprimimos en ellos. Da igual hablar durante 20 minutos a un niño de dos años después de una reacción de miedo, frustración o disgusto. Ellos registran esa reacción primaria que han percibido; no la perorata siguiente del adulto descuidado, imbuida absolutamente de miedo, intentando reparar lo irreparable.
En torno a los dos años se considera que un niño o una niña empiezan a
tomar conciencia de su género. Ciñéndonos a los géneros mayoritarios, si en un ensayo a un niño le das a elegir entre un action man y una Barbie, es probable que el niño escoja el action man. Pero porque el niño se reconoce en el muñeco en cuanto a género, y no porque Barbie sea una muñeca ‘para niñas’ y el action man ‘para niños’. Si cambiáramos al action man por Ken –el amigo de Barbie- el niño seguramente seguiría escogiendo a Ken. Para el niño nada ha cambiado. Sin embargo, desde el punto de vista normativo adulto llegaría el mal gesto, puesto que Ken pertenece al ’mundo de las muñecas’, considerado tradicionalmente del género femenino. Aquí se ve perfectamente el conjunto de valores que llevamos aparejados los adultos respecto a la limpieza con la que un niño o una niña llegan al mundo.
En tan sólo tres años, de 2 a los 5 años se acaban por configurar fuertemente estos estereotipos, que seguimos propagando, y que todavía, a día de hoy, provocan
síntomas de ansiedad en niños de 7 años cuando se les pide que jueguen con juguetes de niñas. ¡Siete años y aparecen ya marcados a fuego por la ideología de los adultos! De ahí a la vomitiva campaña de juguetes que hace un mes tuvieron que retirar, sólo hay un paso (para los que no están en la onda, la campaña decía: “Con ‘C’ de campeón; con ‘C’ de cocinera”. El niño, obviamente, ganador con un coche de carreras; la niña, en la cocina, ‘a sus cosas’).
Creer que niñas y niños tienen
diferente grado de destreza es otro estereotipo. Si volvemos al ejemplo del fútbol, siempre se alaba la destreza de un niño a la hora de dar muestras de dominar la trayectoria de un balón a tan corta edad. Curiosamente, que una niña ejecute pasos de la misma o incluso mayor complejidad en un juego como la goma, a velocidades endiabladas y cantando al mismo tiempo, que requieren tanta o mayor coordinación y resistencia físicas, se minusvalora, se pasa por alto y, desde luego, socialmente no tiene ni punto de comparación. Nuevamente, nuestro filtro adulto diciendo qué es más, qué es menos, qué es más meritorio socialmente y qué no, quién es más diestro y quién no.
El dominio de
aptitudes espaciales y sociales en los juegos aparecen, de nuevo, totalmente escoradas y dirigidas desde nosotros los adultos, las niñas seducidas hacia el lado social, afectivo y compartido de los juegos, los niños hacia el lado más físico y competitivo. Sólo las niñas o los niños con una gran personalidad (que algunos adultos quieren disfrazan de tozudez) son capaces de desarrollarlas a su propia manera, no sin antes vencer toda una serie de condicionantes negativos que no dejamos de repetir y ante los que la mayoría de niñas y niños se dan por vencidos. Al recibir tanta respuesta negativa, lo identifican como actividades malas o de valor inferior.
Dejando a los niños y entrando en el
mundo de los adultos, un aspecto fundamental en modelismo es el
tiempo que requiere y que le podemos dedicar. Tiempo que, tradicionalmente, ha sido de libre disposición para nosotros los hombres, mientras que las mujeres debían emplearlo casi por obligación en cuidados de otras personas a su cargo (marido, hijos, familiares mayores o enfermos), con lo que sus ocasiones de disponer de tempo libre para ellas mismas se vio desde siempre seriamente comprometido. Por no hablar de las tareas de casa, donde a día de hoy todavía hay que leer comentarios autosuficientes del tipo “Yo ayudo en casa”. Aunque es de suponer que todos nos pongamos a la defensiva, estaría bien una encuesta sincera entre los miembros del foro sobre qué hacen sus parejas femeninas mientras ellos se dedican al modelismo. Evidentemente, concurren otros factores, como la
clase social: el dinero siempre pudo sortear estos condicionantes y las mujeres adineradas siempre pudieron comprar el tiempo libre del que nunca pudieron disponer mujeres de clase obrera.
Y en
España, todavía queda un
condicionante más que añadir y que explica, en parte, el hecho del bajo número de mujeres en actividades de tiempo libre: el
histórico y sociológico. TODA la generación de nuestras madres han crecido con expresiones de este tipo, desde 1939 a 1975, creedme que ABSOLUTAMENTE CIERTAS:
"Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente. Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres.”
“No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino [procrear y quedarse en casa, se sobreentiende] y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre”.
“Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para las inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho”.
Independientemente de la realidad de cada casa, el Estado español, mientras duró la dictadura, impuso e impulsó esa ideología sexista y machista en todo el espacio público. Evidentemente, con la revolución de los 60 primero, y luego la de los 70, estas ideas resultaron ridículas, pero es imposible que olvidemos que ése era el
contexto al que una mujer debía enfrentarse si quería tener tiempo para ella. Y por supuesto que esa forma de concebir el tiempo libre de las mujeres no murió con el dictador y aguantó bastantes años más hasta que la sociedad, empujada por ellas, tuvo que admitir que no era más que instrumentos para mantener a las mujeres en situación de sumisión.
Nadie medianamente inteligente puede ignorar todo lo anterior o puede pretender mantener en serio teorías del siglo XX o anteriores sin caer en una grave irresponsabilidad, por mucho que estemos hablando de trenes en miniatura.
Si alguien dice que
a las mujeres les encanta ir de compras por su naturaleza y que son unas pesadas probándose cosas sin parar y sin decidirse, copiaré aquí los miles –SÍ, MILES- de mensajes DE ESTE FORO que delatan a otros tantos miles de hombres hechos y derechos lloriqueando (me incluyo, por supuesto):
Forotrenes escribió:
“Es que este verde no me convence”
”Es que con este pantógrafo no lo compro”
“Es que con este asidero no hay derecho”
“Es que me echa para atrás el tipo de letra”.
Y así hasta el infinito.
Si
las mujeres no han descubierto este apasionante mundo, joder, es que tiene pelotas que encima les echéis la culpa a ellas. Responsabilizaros vosotros, los socios de las asociaciones, o mejor, también todos los que no estamos en ellas pero de quienes nuestros amigos saben que somos aficionados a los trenes, por
NO HABER SABIDO en 60 años cómo atraerlas a este mundo. En el mítico anuncio de Iberama... ¿quién aparecía? ¿Un niño o una niña? Y entonces, ¿qué narices esperabais? Las apartamos con publicidades exclusivas para niños, las dirigimos fuera de los trenes y esperáis que por ósmosis mágica les gusten. Hay que tener O O.
Nadie debería decir en serio que
a una mujer le tiran sólo las cosas bonitas del modelismo (por ser mujer) cuando hay compañeros que han invertido cientos -CIENTOS- de horas en reproducir baldosas de suelos, marqueterías de estación, formas de árboles, parras, terraplenes con zarzas y monte bajo, vidrieras de catedrales, canalones oxidados o tejas individualizadas una a una. Estamos hablando DE LO MISMO. EN TODOS Y CADA UNO DE LOS CASOS. Y algunos, desgraciadamente, se empeñan en que
son cosas distintas, dependiendo de si lo hacen hombres o mujeres.
Estamos dándonos por vencidos, olvidando e ignorando al
51% por ciento de posibles continuadores del hobby. Y todo por nuestros esterotipos de género, que nos han metido por embudo y que muchos parece que no quieren cambiar. Y, por una vez, no podemos achacar a la tecnología esta dejación de funciones imperdonable. En este tema, no.
Saludos
Carrington
Al parecer, talibán de la explotación ferroviaria a escala. A pesar de eso, me gusta un buen plato de spaghetti. De los de verdad.