Muy buenas:
Para los que tenemos poco espacio, sin duda la época III nos brinda la posibilidad de formar trenes cortos y sin embargo realistas. Aprovechando el solecito tan bueno que llamaba a mi ventana, me he puesto a soñar con lo que podría ser un día de explotación en mi futura –y pequeña- maqueta.
Empieza el día con una voluntariosa Memé arrastrando un pequeño tren de vías y obras, destinado a hacer algún ‘apaño’ de poca importancia. Más tarde, le toca el turno al mixto de la mañana, remolcado por una brillante e impoluta 313 –por poco tiempo, je, je-. Y es que, a pesar de tratarse de una línea secundaria, el ‘progreso’ también ha llegado aquí con la sonoridad de los motores diesel.
Al mixto lo han reforzado con un pequeño vagón de 2 ejes, con su aseo propio. Esta mezcla de colores, de madera y de suciedad, de coches y vagones que se pueden llevar 50 ó 60 años de diferencia, es la que a mí me roba el corazón. Y la que hace de la época III, en mi opinión, algo difícilmente igualable.
Va pasando el tiempo y cuando el sol se empieza a poner, la 313 se dispone a partir con el pequeño colector local, una vez intercambiados las mercancías en los muelles. Nada de grandes tráficos aquí: algo de madera, algo de chatarra, un poco de carbón… y según las temporadas, paja, naranjas (en sus ‘pitufos’ azules de Transfesa) y algunas cabezas de ganado para los mercados comarcales.
Lo bueno de estos trenes es que cada vagón, cada coche tiene su propia personalidad y su propio sabor ferroviario. Juntos forman pequeños trenes, que a la vez son muy grandes.
En un futuro, hasta es posible que pueda llegar, iluminado por los faroles de la pequeña estación termino algún ómnibus nocturno procedente de la gran ciudad … pero llegado ese caso, seguro que el material no estará ni tan nuevo ni tan limpio. Y quien sabe, hasta es posible que lo arrastre una vaporosa. Ojalá.
Espero que os haya gustado la ensoñación. Un saludo desde la época III, en la que me quedo hasta que toque despertarse mañana.