Como cliente de esta marca desde hace más de 30 años y habiéndome dejado una cantidad bastante indecente de pasta en ella, me permito sugerirles que vuelvan a presentar modelos dotados de decodificador y sin sonido. No creo que seamos tan pocos los que tenemos este tipo de maqueta y se nos facilitaría mucho la adquisición de nuevos modelos.
Poner un decodificador ahora es una tarea ingrata, solo comparable a la situación que vemos en el cine cuando el protagonista debe desactivar una bomba nuclear.
De entrada, vamos a la tienda un viernes por la tarde o un sábado por la mañana con unos 300 eurillos para fundirlos en esa máquina que hemos estado deseando algunos meses o años. Llegamos a casa y hay que poner el decodificador. Ya el tener que abrir un modelo en garantía sienta fatal, fatal, fatal.
Te tomas la taza de tila con valeriana y limpias la mesa como si te lo hubiese mandado tu mujer: ha quedado perfecta. Pones la esponjita que te vino en la caja con el último coche del club, para que no roce la mesa ni se arañe y hale, a quitar la carcasa. Antes, venían con tornillos, que ciertamente eran menos estéticos, pero que bien funcionaban. Ahora hay que tentar lo bajos con mucho cuidado hasta que logras separar la carrocería.
Puffff. Ya salió, me he quedado sin uñas y lo que es mejor, no me cargado nada. Apartamos la carrocería, con sumo cuidado, porque tiene sus cablecitos, muy muy delgados, unidos con puntos de soldadura que parecerían de filigrana a una pulga y unidos a placas con microdiodos sobre los que la citada pulga tendría dificultades para mantener el equilibrio. Los cables van saliendo y saliendo, son muchísimos y muchísimos más los que cubren la zapata sobre la que debe ir sujeto el decodificador. Resoplas, tanteas con las pinzas y compruebas que están calculados al milímetro, no puedes apartarlos sin que peligre algún punto de soldadura. El corazón se acelera, el cerebro te machaca con los 6 billetes de cincuenta euros que acabas de dejar en la tienda y empiezas a lamentar la compra, tus sentimiento hacia la máquina van cambiando, te acuerdas de su equipo de diseño: y por lo bajini de tu boca sale un “la madre que te parió” (a la máquina, no al equipo)
Tras un descanso y una taza de café, ahora bien cargado, vuelves a la tarea y descubres con horror que se ha soltado un cable o que las luces de freno (o de otra cosa) se ha salido del sitio. Tu mujer te recuerda ¿No íbamos a ir al cine? La respiración se acelera y procuras callar, ya que en estas circunstancias puedes liarla parda.
Tú has estado en el cine, pero de la película ni te has enterado. En el sosiego del asiento, sólo tenías ojos para las tripas y entresijos de de tu nueva máquina. Por fin llegas a casa, todo el mundo duerme. Es la ocasión. No se sabe cómo pero la aventura ha terminado con éxito; lo mismo podría haber fracasado, pero esta vez puedes ver a las 3 de la madrugada correr a la máquina por las vías, hasta que de tu propia habitación surge una voz espesa: “ESTAS NO SON HORAS DE JUGAR CLN LOS TRENECITOS” apagas y con la misma sensación que Colón el 12 de octubre te vas a descansar…
Por favor, señores fabricantes, piensen que entre sus clientes hay pocos que no deban cuidar su corazón. Presenten máquinas con decodificador o hagan modelos con diseños sencillos en los que no sea necesario invadir el interior de la locomotora para colocar el decodificador. Esto nos ocurre de verdad.
Un saludo
Tomás