Muy próximo a la frontera hispanofrancesa, en la localidad de Bagnères de Luchon, hubo un par de ferrocarriles de vía métrica de los que apenas queda rastro.

Uno de ellos, el cremallera de Superbagnères, era igualito que el superviviente de La Rhune, hasta el punto de que intercambiaban material. En diciembre de 1966 cesó el servicio del cremallera y la estación inferior fue demolida en 1982; en su solar se levantó el actual edificio de Correos. Totalmente desmantelado, en la actualidad se asciende a Superbagnères mediante un telecabina.
El otro es el funicular de la Chaumière. Curioso en todos los sentidos. Por sus modestas dimensiones se podría catalogar como un ascensor inclinado, pero es un funicular de verdad, que no fue desmantelado, lo que pasa es que en los más de cuarenta años que lleva sin funcionar la potente vegetación del entorno se lo ha tragado. A pesar del abandono es posible hacerse una idea del invento viendo la estación inferior:


En su interior permanece uno de los dos "coches", de seis plazas:

Intenté ver algo más, pero esto fue lo único que conseguí:

Como todo funicular, tiene dos coches; mientras uno sube el otro baja. En su origen (1894) carecía de motor, pues funcionaba llenando y vaciando alternativamente unos tanques de agua situados bajo las cajas, de modo similar a los elevadores lisboetas en aquella misma época. En vez de una vía única cada coche tenía su propia vía, y ambas iban imbricadas (salvo en la zona de cruce, como es natural), de manera que un coche utilizaba siempre el andén izquierdo y el otro el derecho. El freno actuaba sobre una cremallera sistema Riggenbach y se gobernaba desde los propios vehículos (algo parecido a lo que había en el plano inclinado de San Pedro, en el FC de Langreo).
En 1954 los tanques de agua estaban muy agujereados por falta de mantenimiento, lo que llegó a causar alguna detención en pleno trayecto. Se aprovechó la ocasión para introducir profundas reformas: retirada de la cremallera, tracción por un motor eléctrico y drástica reducción del tamaño de los vehículos, que fueron pintados uno de cada color para su más fácil identificación.
De todos modos, su razón de ser fue la existencia en pleno monte de un lujoso y discreto hotel-restaurante, que en la belle époque acogió a grandes personajes, en fiestas amenizadas por la Bella Otero, etc. Lejanos, ya, los tiempos de su esplendor, el establecimiento fue pasando de mano en mano, pero ya no era negocio. En uno de los periodos de cierre sufrió un incendio atribuído a squatters (okupas, vaya) del que ya no se recuperó. El funicular devino inútil.
En Panoramio hay fotos de la estación superior y de algunos elementos como cables, poleas, etc.