Saludos
Hoy a las 23.00 se cumplen 20 años del cierre de la Estacion de Cordoba-Plaza de Armas, con la salida del ultimo expreso direccion a Barcelona (el "catalan" que llamabamos y que en cataluña era el "Sevillano)
Quiero rendir homenaje en este post a esa Estación, que forma parte imborrable e inquebrantable de mi vida y donde pase buena parte de mi niñez.
Os dejo unas fotos y lo que escribo la prensa local de aquellos días 29-30 de septiembre de 1990. La fuente esta sacada de la hemeroteca de ABC edicion de Sevilla.
Plaza de Armas siempre en el corazón y en el recuerdo, va por sus gentes y por los que alli pasamos una importante parte de nuestra vida, va por las bellas historias que en Plaza de Armas surgieron, de amores y desamores, de alegrias por el reencuentro y tristeza por el adios, simplemente va por Sevilla-Plaza de Armas





Esta era la portada de ABC Sevilla del 29 de septiembre de 1990

Y esta la noticia de la clausura de Plaza de Armas

El día 30, ABC Sevilla dedico algo más espacio a esta triste noticia para los Sevillanos, aqui su portada y algunas de las paginas de ese rotativo

Y en las paginas interiores, estas fueron las noticias





Y esta tambien erá una noticia importante aquel 30/09/1990, "Mi Betis" recien regresado del infierno, se enfrentaba en mi añorado "Benito Villamarín" a los Sevillistas, nos dieron bien dados 0-3 y de luz de cola de aquella 1ª division del 90, pero bueno, Siempre Betis y siempre Plaza de Armas

Y continuación os dejo un preciso articulo sobre la Estacion de Plaza de Armas, vulgo de Estacion de Cordoba
Tren de vida, vida de trenPRIMERO los barcos y después los trenes. Un Visconti sevillano, porque todos los gatos son pardos, se adueñó de este espacio ribereño y le imprimió un aire decadente. Se fueron los barcos a Cádiz cuando la Casa de la Contratación se va de Sevilla en 1717. Se fueron los trenes de la estación de Plaza de Armas, vulgo de Córdoba (réplica interior de la estación de Cádiz), cuando en 1992 se inauguró en la estación de Santa Justa el tren de Alta Velocidad. La expansión de la Cartuja fue precisamente el canto del cisne de la vieja estación, un nudo ferroviario importantísimo en el crecimiento de la ciudad, una estación que recibía a reyes, toreros y estrellas del cinematógrafo.
La estación Plaza de Armas, que conserva su nomenclatura castrense (en el antiguo edificio hizo el servicio militar Carlos Herrera), es ahora un moderno centro comercial, aunque exteriormente no perdió el aspecto de base ferroviaria. La antigua estación generó una dinámica de alojamientos: la calle Gravina se convirtió en la Quinta Avenida de las pensiones y todavía conserva ese pedigrí de casas de prestado para sueños eternos, de oasis para el largo viaje y el remate del trato o el negocio. Un ángel exterminador doctorado en urbanismo borró de un plumazo toda la vida que la estación de Plaza de Armas le daba a la zona situada frente a su mascarón de proa, porque era como un gigantesco barco. La estación de Córdoba es ahora pura arqueología en la salida de Huelva. De la campiña a las playas, del grupo Cántico a Juan Ramón.
Ni un atisbo de vida hotelera queda en esa primera línea de estación. Recuerdos lastrados de desayunos y cenas, de auroras y crepúsculos en negocios con los que se ensañó el olvido. Sólo queda el rótulo, Café-Bar Casa Manolo (Estación de Córdoba, se lee a modo de subtítulo) en un bar que se quedó con las confidencias de los viajeros, los temores del recién llegado, los consejos de los familiares más queridos, quizás un plano de la ciudad, un teléfono de un conocido, la sorpresa ante los usos de los camareros autóctonos: en mi caso, usuario de aquella estación cuando llegué a Sevilla un día de julio de 1977, el vaso de agua diligente, la tiza en la oreja para apuntar sobre el mostrador la consumición.
Ya no se quedan toreros ni apoderados en el Hostal Los Gabrieles. Punto estratégico. Apéndice de la estación camino de la Maestranza. Siempre hubo clases y los primeros del escalafón se quedaban en el Colón. Gabrieles para los Pinzones, para los que tenían el futuro escrito en el humo de la locomotora que tiraba del tren que los había dejado en la Nueva York de la montera y el albero. Hierros, andamios, vacío, tiempo triturado por las ventanas del hostal. Evita Perón tuvo que llegar por la estación Plaza de Armas ese día de 1947 en que fue homenajeada en el pabellón Mudéjar de la plaza de América. Alma de barco, en fórmula poética de José el de la Tomasa, que se bajó del tren. El español de entonces no era alto ni veloz. ¡Alta Velocidad! Qué poética más prosaica. ¿Cuándo se ha podido someter la velocidad a criterios de verticalidad siendo horizontal por antonomasia? Palabras para impresionar, Ave, César, con emperadores que mandaron los viejos trenes al camposanto de los viejos trastos. Abraham Lincoln, Abe César, fue abogado de ferrocarriles antes de llegar a la presidencia de los Estados Unidos. Jubilaron a los revisores y llegaron los revisionistas.
Carlos Saura presenta en el festival de cine de Montreal la segunda parte de Flamenco. La primera la rodó íntegramente en esta antigua estación de tren. Convirtió sus dependencias en plató y tablao, próxima estación Los Canasteros. Por allí pasó lo mejor del cante, el toque y el baile para que el cineasta aragonés, con la complicidad impagable de Vittorio Storaro, hiciera su particular inmersión en los estratos culturales de esta tierra. El cante y el baile son más de trenes de tercera que de alta velocidad. Es la metáfora de Saura, que ya en Sevillanas también fue notario de voces únicas que se perdieron, que cogieron el tren de la Parca: Camarón, Lola Flores, Rocío Jurado, Beni de Cádiz. Se fueron con los barcos y los trenes, porque nunca debieron dejar el Mississipi por un plato de lentejas.
Entre Córdoba y Huelva, Sevilla, triángulo de Machado (Manuel). La velocidad llegó como un tornado y se llevó Casa Manolo y Los Gabrieles. Con un prurito de posmodernidad. Ahora, si llegas un minuto antes pierdes el tren. Si el tren llega un minuto después, recuperas el dinero. El tiempo era otro. No se compraba con dinero. Yo tardaba desde mi pueblo trece horas en llegar a Sevilla. Baja Velocidad. Hoy llevamos otro tren de vida, es verdad, pero ya no llevamos vida de tren.Hoy a las 11.00 y nadie me lo va a impedir, mirare hacía el Sur, levantare mi mirada al Cielo, recordare a mi Estación de Plaza de Armas, a sus gentes, a sus olores, a sus sonidos, al "andar trianero" de sus trenes (en Plaza de Armas los trenes entraban como el Señor de las Tres Caídas en Campana, con el izquierdo por delante y Trianeando) y siempre volveré a Plaza de Armas cada vez que regrese a Sevilla y no veré el centro comercial, veré mis expresos entrando con su largo y armonioso pitido