juls escribió:
Nadie pretende tumbar nada, pero por experiencia ya sabemos que para todos rige la ley de "renovarse o morir" ... ha de llegar un momento en que reacciones como esta no dejen a nadie indiferente :
viewtopic.php?p=429634#p429634A mi por lo menos no me lo dejaron. Es mas, fueron precisamente esas declaraciones del presidente de Renfe las que me hicieron cuestionarme determinados aspectos de la filosofía de los modelos de circulación ferroviaria al descubrir tristemente que no estaba mintiendo sino que sus palabras respondían a una realidad, una realidad que hasta un niño de seis años comprendería, por simple sentido común, que es un error.
Por que lo mas triste del asunto no es que el presidente de Renfe mienta sino precisamente que el presidente de Renfe
no mienta y sea realmente así como se conducen los trenes: en base a referencias en lugar de en base a señales.
Presidente de Renfe, Julio Gómez-Pomar escribió:
Cerca del kilómetro 80 hay una señal lateral informando de que se está aproximando a la bifurcación de A Grandeira. Además hay una señal luminosa arriba que le dice que va a circular camino de Santiago y que no se va a desviar a Vigo. Y tiene también un letrero que dice que se acerca a un túnel. Todos estos elementos son indicativos de que en ese punto tiene que comenzar a reducir la velocidad. En la formación que se da a los maquinistas, para ellos es la señal más relevante de esta vía.
Palabras, que como bien dice Juls en su parodia, que no es tal parodia, y para que todo el mundo pueda entenderlas, equivalen a éstas:
juls escribió:
Es decir, más o menos : "no esta señalizado, pero no tiene pérdida, tu veras a la derecha una fuente, pues esa no es, sigue recto y justo al pasar el estanco... si no te aclaras tu estate atento al cuentakilometros y unos cuatro kilómetros antes de donde indica la libreta que hay que ir a 80 Km/h, empiezas a frenar.... ¿quieres que te lo explique otra vez?"
Ante tal despropósito cualquier niño de seis años preguntaría:
"¿y porque no ponen una señal?" evidenciando la desnudez de nuestro emperador ferroviario al que tan notables ingenieros han tejido un traje de hilo invisible. Queda clarito, ¿no?