241-2001 escribió:
Os actualizo un poco la historia:
De todo el conjunto de construcciones ferroviarias de Madrid-Delicias, el edificio de viajeros es el inmueble más relevante de la estación. Estaba destinado al tránsito de viajeros, por lo que tenía una gran visibilidad pública. Además, se ha convertido en un gran ejemplo de la arquitectura e ingeniería de hierro por su estructura de hierro roblonado, material representativo de la revolución arquitectónica del siglo XIX y símbolo de progreso por su versatilidad y rapidez de construcción. En su ejecución se aplicaron conceptos nacidos de la revolución industrial, como la prefabricación de piezas, el ensamblaje como sistema constructivo, la estandarización y la economía de medios. Por ello, los materiales empleados fueron los habituales de edificios industriales, el hierro y el ladrillo, a los que habría que sumar otros más clásicos como granito, pizarra y vidrio.
Su tipología fue la dominante en las estaciones de ferrocarril desde mediados del siglo XIX, cuya planta corresponde al modelo formado por tres espacios: dos pabellones laterales y paralelos, uno para las salidas y otro para las llegadas, adosados a la gran nave central.
Los pabellones, de 175 m de largo por 12 m de ancho, se realizaron con estructura metálica de hierro y muros de fábrica de ladrillo, vistos y encalados, y en ellos se ubicaron las dependencias afines al espacio de trabajo. Según los planos del proyecto de 1878, el corredor de llegadas estaba constituido por sala de distribución de equipajes, sala de descanso para espera de equipajes, almacén de bultos extraviados y cochera, dependencias que se cambiarán a tenor de las modificaciones presentadas por la compañía, el 2 de agosto de 1879, al proyecto aprobado, convirtiéndose, mayoritariamente, en oficinas tras la supresión de un edificio para la Administración proyectado en la cabecera. El pabellón de salidas dispuso de más dependencias, salas de descanso de 1ª, 2ª y 3ª clase, despachos de billetes, consigna, bultos extraviados, servicio sanitario, inspecciones, despachos del jefe y subjefe de estación, telégrafo, caloríferos, retretes, fonda, cantina e, incluso, salón real. En este corredor se encontraba el vestíbulo que, aunque esta pieza era el símbolo de prestigio de la compañía ferroviaria, en Delicias fue sencillo, destacando del resto de las dependencias por su mayor tamaño y ornamentación exterior. Según el proyecto, el vestíbulo era un espacio diáfano de 40 m de largo por 18,25 m de ancho y 17,40 m de alto, aproximadamente, destinado para viajeros y agentes, con despacho de billetes y equipajes, pero ha sufrido grandes transformaciones a lo largo del siglo XX. Entre 1906-1907 se centralizan en él los servicios de salidas/llegadas, adaptándose el espacio a ambos usos. Posteriormente, en la década de 1930, el vestíbulo se dividió en plantas, manteniendo el servicio en la planta baja y creándose oficinas en las superiores. En torno a los años 1950, se decoró el vestíbulo con altos zócalos de azulejería en paredes y pilares interiores. Su exterior aún mantiene la marquesina volada en el patio de carruajes, a diferencia del antiguo pabellón de llegadas cuya marquesina original fue trasladada a la actual entrada delantera.
La estación de Delicias fue diseñada como estación término de la línea de ferrocarril de Madrid a Ciudad Real, que tenía continuidad hasta la frontera portuguesa por Badajoz. La línea fue abierta al tráfico de modo completo el 3 de febrero de 1879 y, poco después de un año, el 30 de marzo de 1880, se haría lo propio con la estación de Delicias, en un acto que fue presidido por los reyes de España, Alfonso XII y María Cristina. La empresa que acometió la obra fue la Compañía de Ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz y de Almorchón a las minas de carbón de Belmez, que sería absorbida en ese mismo año por la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA), que buscó deshacerse del edificio de Delicias, ya que su sede se encontraba en Atocha. De este modo, y después de diferentes negociaciones, la estación de Delicias pasaría a manos de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Cáceres y Portugal (MCP), que se encontraba en ese momento terminando sus líneas y buscaba un emplazamiento idóneo en la capital del Estado. De este modo, el proyecto llevado a cabo en Delicias por el ingeniero francés Émile Cachelièvre, se convirtió en la tercera sede central de una compañía ferroviaria en Madrid.
Hay que aclarar que una estación de ferrocarril es algo más que un edificio: es un conjunto de instalaciones y servicios necesarios para el correcto funcionamiento de la explotación ferroviaria. Desde la regulación de la circulación de trenes, a la facturación de mercancías, carga y descarga, recepción y entrega de las mismas, o las instalaciones del servicio de viajeros, con llegada y partida de viajeros o expedición de billetes, y un largo etcétera. La estación de Delicias estuvo equipada con dichos servicios y tiene, además, el honor de ser la primera gran estación monumental madrileña.
Desde su origen hasta sus años postreros, la estación se estructuró en tres áreas bien definidas y separadas según su uso: mercancías, viajeros y tracción. El servicio de mercancías estaba en el terreno comprendido entre la vía de salida de los trenes de viajeros y el ferrocarril de circunvalación, y disponía de muelles cubiertos y descubiertos para ganado y carbón, vías de carga y descarga, y patios de camionaje. El servicio de tracción se situó en el lado opuesto y fue creciendo hasta contar con depósito de locomotoras, puente giratorio, naves de reparación, aguadas, depósitos de agua y de combustible, grúas, vías y talleres de recorrido. Y, finalmente, el servicio de pasajeros, instalado en el edificio de viajeros, construcción singular formada por dos pabellones laterales adosados a la gran nave central de vías y andenes. Estas áreas de trabajo se complementaron con edificaciones como viviendas ferroviarias, pabellón sanitario, cooperativa o iglesia. La estación contaba con aduanas y comisaría de policía ademas de una oficina de correos.
En su construcción predominó el uso racional de los materiales, tal y como nos lo refiere Gonzalo Garcival: “El ahorro fue uno de los considerandos más atendidos en la ejecución. Por ejemplo, se desestimó la pizarra recomendada inicialmente para la mayor de las cubiertas –la nave central- ya que exigía una mano de obra más especializada y cara, en su defecto se empleó chapa ondulada galvanizada. En cambio, si se utilizó pizarra en los pabellones de entrada y salida, rematando el zócalo de granito y el aparejo de ladrillo y pies derechos de hierro.”
“En el caso del ladrillo, en lugar de recurrir al tipo prensado en todas las fachadas, sólo se puso en las exteriores, reservando el ordinario para las que se encaran bajo la marquesina. Y otro tanto ocurrió con los adornos que, en vez de cinc, fueron de hierro forjado o fundido”.
La estación sufrió varias reformas siendo las más notables con el traslado de la marquesina del pabellón de salidas a la parte delantera de la estación y la reforma que sufrió a mediados de los años 60, cambiándose las cubiertas de pizarra de los edificios laterales por uralita, modificación de toperas entre otras actuaciones.
El 30 de junio de 1969, con la salida del tren expreso nocturno con destino a Badajoz, finalizó el servicio de viajeros de la estación de Madrid-Delicias. En 1970, RENFE autorizó el cierre y desmantelamiento de la estación y su conversión en cargadero. En 1971 la estación estaba cerrada, ya que no disponía de personal en el gabinete de circulación, aunque siguió funcionado como cargadero de mercancías hasta los primeros años ochenta.
A lo largo de su trayectoria vital esta estación ha sido elegida en varias ocasiones como escenario cinematográfico, transformándose gracias al mundo del cine en una estación moscovita de primeros de siglo XX en la famosa producción de David Lean, Doctor Zhivago y en la de Franklin J. Schaffner, Nicolás y Alejandra. También se han rodado en sus instalaciones algunas películas españolas como Amantes del director Vicente Aranda.
Miembros de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid salieron a despedir el último tren que partió de esta estación: el expreso de Badajoz. Los presentes portaban una pancarta que decía: “Es el progreso. Pero qué tristeza. ¡Viva Madrid Delicias!”.
Continuará...
Solo espero disfrutar de su construcción lo mismo que he disfrutado leyendo este resumen de su historia.
Solo puedo decir, gracias.