Y aquí una pequeña crítica mía al museo del ferrocarril, al cual he visto caer ferroviariamente hablando: en Delicias, Madrid, ¿tenemos un Museo del Ferrocarril o un Museo de relojes ferroviarios?
Y aquí mi explicación: recuerdo que, cuando no tenía más que cinco y seis años, me encataba ir al Museo de Delicias para ver todo el material real y las maquetas de las que disponía el museo. Recuerdo, además, que en una zona había hasta un pantógrafo posado en el suelo, que fue una de las cosas que más me impresionaron de mis visitas.
Sin embargo, ahora, ¿cuales han sido los útlimos trenes que han entrado el museo? Una 333, que, aparte de estar grafiteada (lleva más de un año, y no la han limpiado), está en una zona inaccesible. Además, existen dos vías con material de gran interés, como puede ser un 433 o una bateadora estándar (hace poco menos de un años, pude tener en mis manos un listado de todo el material cedido al museo cuando se fundó, y observé sorprendido solo sabía la localización de un tercio del mismo...

). Por toro lado, ¿qué interés ferroviario puede tener una sala llena de relojes, por mucho que estuviesen en estaciones y salas de espera? ¿Por qué razón no se pueden visitar de forma normal sitios tan interesantes como pueden ser el enclavamiento de Algodor, los trenes que hay en la playa del museo o incluso aquellos que se encuentran,
abanbdonados creo yo, en las dos vías exteriores?
También me gustaría pedir una calaración sobre el tema: ¿qué se entiende en este país por preservar un tren? ¿Ponerlo en una vía para que se oxide por los siglos de los siglos (incluso si se mantiene intacto el exterior, los motores y las piezas internas se oxidan de igual manera)? Llamadme iluso, pero para mí preservar trenes consiste en mantenerlos intactos frente al paso del tiempo, con permiso de circulación incluido, a excepción de aquellos que, por razones técnicas (elementos de tracción defectuosos de fábrica) no puedan tenerla.
Saludos