Buenas noches a todos.
Fernando, no sabes cuanto me alegra leer tus palabras elogiosas sobre José Berruga. Además del trato alrededor del ferrocarril y de la Asociación de Alcázar, éramos íntimos amigos, así que le conocí a fondo. Compartí con él muchas horas en cabina o pateando vías, y conocí a su excelente familia.
Tuve conocimiento de cuántas cosas hizo en el Barrio de San Luis, y seguro que recuerdas aquellas porterías (¿o eran soportes para cuerdas para trepar?) que se hicieron con postes de catenaria, gracias a su iniciativa, y que permitía a los chavales como tú hacer un poco de deporte, en vez de dedicaros, posiblemente, a actividades menos recomendables.
En la Asociación de Alcázar era un hombre de gran iniciativa, hasta que llegaron a sus oídos acusaciones de que "lo hacía por afán de protagonismo", momento en que voluntariamente pasó a segundo plano. Desconozco lo que se hizo después, pero puedo decir que cuando se hizo el viaje a Tomelloso, ni él ni yo participamos en la organización. Eso sí, que el viaje a Quintanar fue gratuito, incluyendo todas las viandas que se degustaron en Quintanar y en Villacañas, sin embargo, el viaje a Tomelloso costó 800 pta. de 1987. Y eso que se pidieron subvenciones a algunos ayuntamientos, aunque desconozco si se consiguieron. Sobre el resultado del viaje a Tomelloso, me llegaron informaciones no muy halagüeñas, aunque sería mejor que lo contase algún asistente. No creo que se "jugase" con el tren, las agujas, o los pasos a nivel, como sehizo en el viaje a Quintanar. He encontrado entre mis papeles el billete y el distintivo del viaje a Tomelloso, así que lo añado al post.
Volviendo a la calidad humana de Berruga, puedo asegurar que era un gran amante del ferrocarril, y un aficionado a los aficionados. Si era necesario, desmontaba la locomotora para enseñarle cualquier detalle a un amigo del tren. Es un decir, claro.
El último servicio que tenía asignado antes de jubilarse era con el Electrotrén 444 Jaén a Alcázar, donde le relevaban en la continuación a Madrid. Yo me cogí el Expreso de Cádiz para acompañarle a partir de Linares Baéza, pero no pudo ser, pues resulta que iba otro maquinista. Le obligaron a coger un día libre, con tal de no pagárselo. En los años 80 empezó el declive de la Renfe de toda la vida, despreciando cada vez más el valor humano de los ferroviarios, desapareciendo paulatinamente figuras de toda la vida, como el ayudante, que posiblemente hubiera evitado accidentes como el de Santiago.
De todas formas, volví a Alcázar, y pasé con él su último día en activo, compartiendo añoranzas, vivencias, y alguna lágrima que me regaló. También me dio toda su documentación, libros de ruta, reglamentos y demás, y una caja con sus "truquillos" para no quedarse tirado en plena vía, como pinzas de madera arregladas, hilo de fusible, o un pequeño espejo retrovisor que se hizo para ir en las Panchorgas, ya que al principio no los traían equipados.
Hace años que perdí el contacto con él, y quizá por eso hablo en tiempo pasado, pero por su edad es muy posible que continue viviendo, lo cual deseo de todo corazón. Un gran ferroviario, un gran amante del ferrocarril, y mucho mejor persona. Y para algunos, un grandísimo amigo.
Saludos cordiales.