Extraido del magnífico Trabajo de la UN regionales acerca de nuestros ferroviarios
Don Jesús Guerra Rodríguez; que ingresó en la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid, Zaragoza y Alicante (MZA) como Mozo de Estación en 1943; pasando en 1948 a Mozo de Tren en Betanzos y Curtis y en 1962 a Guardafrenos con residencia en Curtis y La Coruña. Jubilado en 1982.
Don Jesús nos cuenta lo siguiente:
“... Las dificultades de la vida ferroviaria de antaño fueron muchas e imposible ignorarlas:
había muchas deficiencias en todo el material, las condiciones del país no podían ofrecer otra
alternativa.
De mi época como Mozo de Tren puedo rememorar el frío que pasaba en las garitas, éstas
sin puertas y además peligrosas. Pasabas muchas horas subido en el tren y a veces sin comida.
Recuerdo una ocasión, en la línea de Zaragoza a Arcos; salimos con un mercancías de la
estación de Ariza dirección Zaragoza sobre las siete de la tarde. Empleamos toda la tarde, la
noche, el día siguiente y a la mañana del segundo día pudimos llegar a la estación de Ricla, sin
comida y prácticamente sin haber tomado nada desde la primera de las noches en que me acabe
la cena preparada para el viaje. Estabamos detenidos en esta estación y no sabíamos
exactamente la hora de partida; que si en 10 minutos, que si luego en 30... yo tenía tantísima
hambre, aparte de cansancio, que ya no veía, y le dije a un compañero:
Mira: como el pueblo está cerca de la estación, ¿te parece que vayamos a comprar algo de
carne y la asamos en la pala de la máquina?. ¡Si se marcha el tren, que se marche!. ¡Yo no
puedo aguantar más!.
No obstante, tuvimos la consideración de advertir al Jefe de Estación que nos íbamos al
pueblo a comprar comida. Efectivamente, empezamos a andar, parecía que el pueblo se alejaba
de nosotros, cada vez parecía más lejos, no llegábamos nunca. Andar y andar, lo importante
era comer como fuese. Al fin llegamos, compramos nuestra carne y muy contentos deshicimos el
camino hacía la estación, pensando que tendríamos que pedirle permiso al maquinista para que
nos dejara asarla en la locomotora.
Sin embargo, y desafortunadamente, esto no fue necesario, porque cuando ya divisábamos la
estación vimos como el tren partía sin nosotros. Ya nos daba todo igual, asamos la carne como
pudimos en la estación y nos la comimos.
Cuando llegamos después a Zaragoza, al parecer, nadie se había dado cuenta de que
habíamos perdido el tren, aunque eso no hubiera sido lo peor, porque lo malo fue que la carne
me sentó muy mal, estaría en malas condiciones, lo cierto es que ya antes de llegar la cara se me
lleno de granos, me ardía, me encontraba tan mal que me tuve que dar de baja.
A las pocas horas se presentó el medico de la Red y me dijo:
- ¡Jesús, arriba y a trabajar!. ¡Tú no estas para estar de baja!
- ¡Cómo que no!. ¡Yo no voy a trabajar!. Le respondí convencido.
- Pues que sepas que yo no te voy a dar la baja.
Y no me dio la baja, falte al servicio, hable con el listero y le dije que no iba a trabajar hasta
que no mejorase y tampoco me dijeron nada. Cuando mejore avise que ya estaba en condiciones
para trabajar y que se me nombrara servicio. Y así fue...
Yo en aquella época estaba siempre de reserva, es decir no estaba incluido en una brigada,
recuerdo otra ocasión en la que iba con un tren frutero hacía Ariza que se caracterizaba porque
no andaba casi nada, bueno como la mayoría de aquellos trenes mercantes Llegabas a destino
y prácticamente sin descansar llegaba el Sr. Lozano, Jefe de Estación y te decía:
¡Hace falta un mozo para un mercante a Valladolid!
Dada mi circunstancia de reserva siempre me tocaba a mí. En esa situación no te podías
negar, y a veces incluso sin comida para llevar. ¡Esa línea de Ariza a Valladolid era terrible!.
Los inviernos eran crudísimos, las nevadas que allí caían ...y las pendientes de la vía.
Los trenes tenían que llevar doble tracción por cola hasta la estación de Alentisque (a 34
kilómetros de Ariza). Allí cortábamos la máquina que daba la doble, se pasaba a la placa para
girarla, la teniamos que poner nosotros en la placa y empujar ésta, darle la vuelta y otra vez
para Ariza. Si en otra ocasión llegabas a Valladolid, te ibas a descansar al dormitorio y lo
normal era que antes de cumplimentar tu descanso te estuvieran llamando otra vez”.
Equipo de trabajo formado por las siguientes personas Mª Carmen Carrillo Rosillas, Martín Diaz- Madroñero Sanchez, Francisco Martínez Salvador, José Molina García, Carlos Lapastora Hernández, Jose Mª Serrano Bernal, Teresa Quintana González, Víctor Vázquez Mosteiro y Tomás Viñuela González.